LA ENTREVISTA

Pepe Rodríguez: "La cocina es, ante todo, cultura"

El programa 'MasterChef' ha convertido a Pepe Rodríguez en un personaje público, pero detrás suyo hay una bella historia familar, muchas horas de trabajo, una estrella Michelin... y sabiduría

Pepe Rodríguez simpatiza con el Real Madrid

Pepe Rodríguez simpatiza con el Real Madrid / sport

Toni Frieros

¿Qué ha aportado MasterChef?

Algo que nunca se había hecho antes: llevar una escuela de cocina a la televisión.

¡Han triunfado!

Ahí está el 'share', sí, pero los primeros programas fueron muy duros. Y también aquí hay mucho papanatismo: “Si sales en la tele no puedes ser buen cocinero”, decían...  

Su restaurante, ‘El Bohío’ (Illescas, Toledo), tiene una estrella Michelin... ¡desde 1999!

¡Sí, ya dicen que lo difícil es mantenerse! ¿no?

Su abuela Valentina, su tía Romana, su madre Teresa... usted y su hermano Diego son la tercera generación.

'El Bohío' existe desde antes de 1936. Se cerró durante la Guerra Civil y volvió a abrir en una época muy difícil. Una cocina autóctona, aunque tengo que decirle una cosa.

Faltaría más, diga...

Ni quería ser cocinero, ni me gustaba la cocina, ni sabía. Yo me dedicaba a estudiar, jugar a fútbol, cantar, salir con chicas...

Lo típico a su edad. Pero...

Había que salvar el negocio familiar y arrimar el hombro, así que me puse a trabajar de camarero  en el restaurante, con mi hermano. Un día, a la fuerza, tuve que meterme en la cocina. ¿Qué guiso hago?

Y le entró el gusanillo...

Empecé a leer, a preguntar, a buscar esos olores, esos sabores.

¿Dónde?

Me fuí por las tardes a Madrid, al Asador Currito, y poco a poco fue experimentando la necesidad de aprender más y más.

¡Abducido!

Sin duda mi destino cambió cuando me enteré que en Vitoria se hacía el Congreso Nacional de la cocina de autor en el restaurante Zaldiarán. Allí oía las charlas de los mejores chefs franceses, como Michel Garnier, de Ferran Adrià, Martí Berasategui... ¡Ah, volví a casa revolucionado!

Y ya no pudo parar...

Así es. Había dejado los estudios con 15 años, en segundo de BUP, y a los 22 años entendí claramente que esa era mi vocación, la cocina. En verano, mis vacaciones eran hacer ‘stages’ con Jean Luc Figueres, Martín Berasategui... En 1991 descubrí El Bulli. 

¿Hay un antes y un después de Ferran Adrià en la cocina española?

Por supuesto. No solamente creó una técnica, insufló un aire nuevo y todos nos hemos visto reflejados en esa aureola. 

¿La alta cocina española es cultura?

Sin duda. Y contribuye a ella. Y no pedimos que se nos subvencione ni que nos rebajen el IVA. 

¿Cocina vanguardista o tradicional?

A mí, sinceramente, ese discurso me aburre. La cocina ha de tener personalidad propia, ser una apuesta reconocible y avanzar desde una base, evolucionar con sentido. No podemos caer en el error de ser algo pasajero o que está de moda. 

¿Qué cocinero le ha marcado más?

Me marcó Martín Berasategui porque me acogió en su casa, me dio mucho cariño. Me impresionó  la química que transmitía Ferran Adrià, lo grande que ha sido. He salido de un mesón familiar, entiéndame...

Premio Nacional de Gastronomía 2010...

Ha sido una larga carrera de fondo y me queda la satisfacción de haber contribuido, aunque sea un poquito, a que la cocina haya llegado al gran público.

Usted es del Real Madrid, ¿no?

Sí. Me gusta seguirlo y verlo siempre que puedo, aunque de joven me iba más el baloncesto que el fútbol. Estuve en la final de la Champions League contra el Valencia, aquel 3-0.

¿Messi o Cristiano Ronaldo?

Estamos hablando de dos fueras de serie, pero fíjese que aún siendo madridista me quedo con Messi

¿Y eso?

No soporto esa pose absurda de Cristiano. Leo es más discreto, más sencillo y eso le hace ser más grande todavía.

Un plato bien servido.