Liga BVA 2015-16: Betis-Sevilla

Mucha emoción y poco fútbol en el derbi andaluz

Betis y Sevilla brindaron un derbi disputado con toda la emoción pero con un gran ausente: el fútbol. Ni béticos, ni sevillistas ofrecieron argumentos con el balón, más allá de la intensidad en el juego y la rivalidad entre ambos conjuntos.

El derbi tuvo momentos de tensión

El derbi tuvo momentos de tensión / sport

Joan Pi

El gran derbi andaluz tuvo los condicionantes que se le suponen. Emoción, rivalidad, intensidad... pero poco más. De fútbol apenas se vio algún destello en el Benito Villamarín, donde los dos equipos disputaron cada metro del terreno de juego en una lucha sin cuartel pero donde fueron incapaces de desarrollar idea futbolística alguna, ni de crear más de un par de ocasiones por bando.

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Alineaciones
Betis
Adán; Molinero (Varela, m.84), Bruno, Westermann, Vargas; N'Diaye, Petros; Joaquín (Van Wolfswinkel, m.70), Dani Ceballos (Digard, m.76), Álvaro Cejudo; y Rubén Castro.
Sevilla
Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolodziejczak, Tremoulinas; Krychowiak, Krohn-Dehli (Iborra, m.60); Vitolo, Éver Banega, Konoplyanka (Reyes, m.71); y Gameiro (Llorente, m.82).

Como decíamos, algún destello, como lo fue la primera gran opción del partido, a cargo del Sevilla. Banega, el único entre los veintitantos que saltaron al campo capaz de ver el partido como algo más que un choque de trenes, se inventó un perfecto pase interior sobre la carrera de Gameiro (4’) que se plantó solo ante Adán. Pero en el mano a mano estuvo más atento el guardameta, evitando que el Sevilla se regodeara avanzándose en el feudo del enemigo.

En esos primeros minutos dio la falsa sensación de que el Sevilla iba a ser dominante. Banega entraba mucho en juego y solo él parecía capaz de dar la pausa necesaria para que el Sevilla elaborase su ataque. El Betis, por su parte, mostraba máxima intensidad en sus acciones, con una fuerte presión por todo el campo y una agresividad, a veces incontrolada, que propició que los béticos vieran dos tarjetas en los primeros 18 minutos y terminaran con siete amonestaciones.

Los locales, empujados por la grada, intentaban sin demasiado éxito llevar el balón al área rival. Joaquín, escorado a la izquierda para evitar un desgaste excesivo en su banda natural, donde las subidas de Tremoulinas hubieran causado mella, era el principal destinatario de todos los balones en ataque. El portuense, junto al impulsivo Ceballos por la banda contraria buscaban alguna opción, que sólo llegaría en acciones de estrategia.

Fue a balón parado cuando el Betis realizó su primer disparo a puerta. Un saque de esquina botado muy abierto por Joaquín lo empalmó de volea Vargas, pero el balón subió demasiado.

Al Sevilla se le fueron apagando las luces y el Betis pasó a ser tímido dominador, fruto de su ímpetu en la presión, pero sin el toque, la pausa y la profundidad necesaria como para inquietar el marco de Sergio Rico y a su defensa, que resolvía con relativa comodidad las acometidas locales.

Mas vibrante era el derbi en el plano emocional. Los roces se fueron sucediendo y en la banda las discusiones subieron de tono, hasta que el segundo entrenador bético, Roberto Ríos fue expulsado tras un enfrentamiento en Emery.

La sangre no llegó al río y la primera mitad terminó con un intercambio de golpes. Rubén Castro busco puerta desde la escuadra del área sin encontrarla y la réplica sevillista la puso Konoplyanka, a quien N’Diaye bloqueó su lanzamiento.

La segunda mitad empezó como lo había hecho la primera. Con otro destello de buen fútbol, en un eslalom de Vitolo que asistió a Gameiro en otro cara a cara con Adán. Y como en el primer tiempo, el meta adivinó la intención del francés y le arrebató el tanto. Respondió el Betis con una combinación entre Joaquín Ceballos, cuyo disparo terminó en córner.

El partido fue languideciendo a medida que las fuerzas se debilitaron. El Betis perdió fuelle pero el Sevilla no mostró capacidad para lograr algo mejor. Tarjetas, dureza e intensidad. Y poco más.