Otra vergonzosa actuación arbitral decide el resultado de un partido

Joan Pi

Villarreal y Málaga terminaron en tablas un enfrentamiento realmente igualado, pero injusto en su marcador. El escandaloso arbitraje de Vicandi Garrido fue decisivo en el resultado y refuerza la idea de que, o bien el nivel del arbitraje español es peor que pésimo, o los trencillas se creen los dioses del fútbol con la atribución de decidir quién gana, quién pierde, quién desciende y quién se proclama campeón. 

Es difícil de asimilar cómo se suceden tantos y tan graves errores en distintos partidos a este nivel de competición. Si este sábado era el tal Trujillo Suárez quien cometía una atrocidad con el Valencia, ayer el vasco Vicandi expolió el triunfo al Málaga con su lamentable actuación. Una vergüenza que se repite con demasiada insistencia -¿hay que recordar patético robo de Hernández Hernández al Barça en el Benito Villamarín, donde no quiso ver un balón que atravesó 53 centímetros la portería bética?- sin que se tomen cartas en el asunto. Esto no se soluciona con unos días en la neverita. El nivel de arbitraje es lamentable y el perjuicio para el prestigio de los actores, así como de LaLiga y su patrocinador, el Santander, elevadísimo.

Nada contento pudo sentirse el Málaga al fin del partido. Había salido enchufado, había plantado cara, había jugado sin miedo, había resistido los envites del Villarreal y había sido lo suficientemente efectivo como para adelantarse en el marcador. Algo que sucedió en el minuto 14', cuando Charles supo meterse entre los centrales -Álvaro Ruiz- para rematar impecablemente un gran centro de Rosales por banda derecha.

El gol costasoleño llegó tras una primera gran opción de Fornals, cuyo disparo logró detenerlo un espléndido Asenjo. Fue el aviso del Málaga previo al gol, que llegó como premio a la mayor ambición visitante en los inicios del partido. Logicamente, el 0-1 produjo una reacción en el Villarreal, que dio un claro paso adelante en su intento de nivelar el marcador y empezó a desplegar su mejor juego.

Se empeñó el Villarreal en vivir en terreno de los andaluces y solo el poderoso juego aéreo de la defensa malaguista permitió a los del Gato Romero sobrevivir al acoso groguet, que en algunos compases bombardeó a centros el área de Kameni.

Merecía algo más el conjunto que dirige Escribà Trigueros estuvo cerca de proporcionárselo en el 29', cuando culminó una combinación entre Adrián Dos Santos con un trallazo raso y ajustado al palo que encontró una gran respuesta de Kameni, que estuvo muy seguro en los minutos en que el Villarreal más acosó. Y en el 34' se la volvió a parar a Trigueros, en otro intento de media distancia del centrocampista amarillo, que acabó en gol anulado a Adrián por fuera de juego. Que lo era.

En la segunda mitad, la presión ofensiva del Villarreal se incrementó, jugando con mayor profundidad y utlizando las bandas para percutir una y otra vez sobre el área del entonces ya inspiradísimo Kameni.

Pero hete aquí que en un aislado saque de esquina del Málaga, en el minutop 55, Trigueros cometió un penalti de libro sobre Charles, derribándole con un ostentoso y nada disimulado agarrón ante las narices del denominado árbitro del partido, que no solo se burló del fútbol sino que penalizó aún más al Málaga con dos tarjetas a Charles Camacho por reclamar la injusticia.

Penoso, lamentable. Le había arrebatado al Málaga la diáfana posibilidad de irse con 0-2 al marcador y acercarle al fin de la tortura que supone su horrible racha de resultados. Y no tuvo suficiente el malo, malísimo árbitro vasco, sino que cinco minutos después remató su 'trabajo', señalando un penalti en el área andaluza que sólo él vio. Se inventó la infracción en una pugna entre Rosales Sansone y Bruno Soriano aprovechó el regalo para empatar desde los once metros. Doble agravio. De lo que debía ser el 0-2 se pasó al empate. Atraco, robo, expolio, diganlo como quieran. Una vergüenza para el fútbol y el deporte. Pero parece que en España la injusticia no tenga castigo.

Del partido poco más. El Málaga se revitalizó con la entrada de Jony, que puso en aprietos a Asenjo en dos ocasiones y tras la expulsión de Roberto Soriano (71'), por una patada sin balón a Camacho, los andaluces aprovehcaron la superioridad numérica para presionar y crear problemas al Villarreal, que solo tras la entrada del exmalaguista Samu Castillejo logró sacarse de encima el acoso del Málaga en la recta final del partido.