Carlos Soler pone la guinda a una brillante victoria del Valencia

Fernando Baquero

Fernando Baquero

Un golazo de vaselina de Carlos Soler a cuatro minutos del final tras una espectacular cabalgada de Enzo Pérez dio una brillante victoria al Valencia sobre un decepcionante Celta que renuncia a llegar a Europa a través de la Liga. El equipo valencianista sube otro escalón en la tabla tras ofrecer una excelente imagen en Mestalla, que perdonó a Joao Cancelo tras el menosprecio a la afición que protagonizó el pasado domingo.

Aunque comenzó mejor el Valencia, con una oportunidad de Dani Parejo (6') que salió fuera por milímetros, fue el conjunto vigués quien logró golpear primero. Como otras tantas veces, la defensa valencianista hizo aguas y permitió que Cabral (16) adelantase a su equipo en el marcador al cabecear el balón a la red ante la pasividad de Garay y Mangala. Con muy poquito, el equipo de Berizzo se encontró en una situación ideal para afrontar el resto de un partido que iba a marcar sus opciones europeas. Pero el Celta mostró su cara más conformista y, después de que Iago Aspas (21') perdonara el 0-2 al fallar un mano a mano con Diego Alves, se diluyó con extrema facilidad. 

Con el marcador en contra, el Valencia apretó para remediar la situación sin necesitar a Orellana, absolutamente inoperante en su reencuentro con Berizzo. Dani Parejo (38'), tras recibir de Cancelo, igualó antes del descanso y Munir (67'), en el primer tramo del segundo tiempo, completó la remontada tras una gran asistencia del joven canterano Lato, que acaba de saltar al césped.

Aunque una torpeza de Carlos Soler en forma de penalti sobre Aspas que el propio delantero gallego se encargó de convertir en el empate provisional con diez minutos por delante, el Valencia demostró que no tiene nada que ver con el equipo que rozó el ridículo en la primera vuelta y se empeñó en ganar el partido. Y le sobró tiempo. A cuatro minutos del final, una carrera impetuosa de Enzo Pérez llevó el balón hasta Carlos Soler y el canterano valencianista sorteó la salida de Sergio Álvarez con una vaselina sublime que llevó el delirio a Mestalla, un estadio muy necesitado hasta ahora de este tipo de alegrías.