FÚTBOL/JUEGOS OLÍMPICOS DE RÍO DE JANEIRO 2016

Neymar, o menino de oro

La ‘baby canarinha’ sufrió lo indecible para derrotar a los penaltis a Alemania (5-4) en un partido donde Ney marcó un golazo de falta y convirtió el quinto lanzamiento decisivo en un Maracaná que se volvió loco. 

Gabriel Jesús y Neymar con sus medallas de oro entre sus dientes

Gabriel Jesús y Neymar con sus medallas de oro entre sus dientes / sport

Joaquim Piera. Rio de Janeiro

Neymar vivió una de las experiencias más fuertes de su vida: ser protagonista con la Seleçao en la consecución de la inédita medalla de oro en una noche de ensueño en Maracaná.

Brasil se sacó la espina del Mundial 2014 y por fin se colgó el primer oro de su historia. Los canarinhos ganaron ganó desde los 11 metros a Alemania (5-4) en una tanda, donde marcó también Rafinha, falló Peterson y apareció la estrella de Ney para rematar la faena en el quinto lanzamiento. El partido había terminado en tablas (1-1) tras 90 minutos y una prórroga con más tensión que juego.

Alemania, de salida, heló el Maracaná. Los forcejeos iniciales se terminaron de golpe y porrazo con un trallazo de Julian Brandt que se estampó en el larguero. Los fantasmas del pasado se pasearon sueltos por Maracaná. A Brasil le costó entrar en juego. Horst Hrubesch, pobló la medular con el músculo de los gemelos Bender, y los brasileños, que solo juegan con dos centrocampistas puros, fueron a remolque, por mucho que Luan bajase a recomponer.  

La Seleçao soló se sacó la presión a trompicones con Luan y Neymar rompiendo las líneas de presión apelando al dribling. El jugador del Gremio dio el primer aviso local con un remate, tras un buen centro de Douglas Santos, que el central Niklas Suele sacó con la cabeza.

Brasil sufría. No encontraba el golpe de pedal. En esas, apareció quien es crack de verdad, porque en Maracaná no hay espacio para falsos ídolos. Ginter lo cazó en las inmediaciones del área, un poco escorado a la izquierda. Ney se sacó la bota y se puso el guante y ejecutó una de las faltas más magistrales de su carrera. 1-0, minuto 26. Con una grada entregada, el blaugrana pedía garra a los suyos.

Alemania no se vino abajo y reaccionó con dos travesaños más para engordar la colección de casi goles: el primero en un centro envenado en que hubo un rebote defensivo y el segundo  en un contundente cabezazo de Sven Bender. Brasil, que seguía perdiendo la guerra de la posesión, fue exigido como no le había ocurrido en todo el torneo olímpico.

La genialidad de Ney había dinamitado el primer tiempo. El blaugrana, que incluso se obsequió con un intento de lambreta sobre Toljan, hizo unos primeros 45 minutos soberbios, al igual de Luan, el delantero del Gremio que sigue con su nombre apuntado en la agenda de 9 de la secretaría técnica blaugrana.

Brasil expuso su plan B. Dio un paso atrás, achicó espacios, juntó líneas y le lanzó a Alemania el reto de construir, sabiendo que podía matar la final con la velocidad de sus puntas. El invento no funcionó. Neymar quedó desactivado y los germanos, imponentes en el trabajo de contención, empataron en una jugada perfectamente hilvanada que empezó con un fallo de Marquinhos en la salida de balón y que terminó con un remate de Meyer, tras un buen centro de Toljan. Era el primer tanto que recibían los brasileños en todo el torneo. Quedaban media hora de juego.

Los brasileños lo sintieron. Ney, viendo que la final se torcía, llamó para sí la responsabilidad y se convirtió en el recurso de urgencia. Brasil necesitaba aire y creérselo de nuevo. El barcelonista intentó reactivar a los suyos asistiendo y encarando con vigor el uno contra uno.

A la ‘baby canarinha’ le faltaba chispa y la guarnición. Gabigol, apagado, salió por Felipe Anderson y Gabriel Jesus estaba ofuscado desde hacía minutos. Con el partido consumiéndose, llegó el plan C local: Neymar y corazón. La Seleçao llegaba eléctricamente, pero se mostraba demasiado aturdida en los metros finales. Alemania sacó la cabeza en dos contras, para recordar que estaba preparado para asestar el golpe final. El desenlace se posponía para la prórroga.

DRAMATISMO AL LÍMITE Y ÉXTASIS

Rogério Micale estaba perdiendo la batalla en el medio. Y al inicio de la prórroga repitió la fórmula de sacar un delantero, en este caso Gabriel Jesus, para dar entrada a un volante, el blaugrana Rafinha Alcántara, que ha jugado muy puntualmente durante todo el torneo.

Brandt tuvo el partido en un centro en diagonal larguísimo que remató espectacularmente de volea. La final se abrió, con Alemania más entera tácticamente y los brasileños olvidándose del pase para basarlo todo en la técnica individual.

Los brasileños no desfallecieron. Ya en la segunda parte, Neymar se inventó un pase al espacio y Felipe Anderson se quedó solo ante el meta Horn. Era el gol del título, pero el volante de la Lazio  se hizo un lío.

Brasil mostró la personalidad de querer evitar los penaltis, pero se le habían acabado los argumentos. Ney, además, dio el susto en una contra donde sintió un tirón muscular y terminó el partido tocado.

Llegaron los penaltis. Rafinha hizo el suyo, así como Renato Augusto, Marquinhos y Luan. Petersen, en el cuarto lanzamiento, falló. Weverton atajó el balón y dejó el escenario para que Ney se inmortalizase. Y el 10 de Brasil no falló. Paradinha y gol. Maracaná vibró como hacía décadas que no se veía. Y Ney, arrodillado, lloró como un niño.