juegos olímpicos de río de janeiro 2016

Alegre y Oliva: "No dejaríamos de ir a los Juegos por nada"

Alegre y Olica, rumbo a Río

Alegre y Olica, rumbo a Río / sport

Sergio Vera

David Alegre vivirá sus cuartos Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. No falla a la cita olímpica desde que debutase en Atenas 2004. ¿Su mejor recuerdo? La plata conseguida en Pekín 2008. “Fue algo increíble. Por aquel entonces hicimos plata y me encontraba en plenitud, ahora, tras dos años de calvario con las lesiones, me he recuperado y también llego en un buen momento”, recuerda y avisa. Precisamente en Pekín debutaba Georgina Oliva quien, tras la ausencia de la selección femenina en Londres 2012, regresa repleta de moral al nuevo reto olímpico que supone estar en Río 2016. “Ahora estoy más preparada que en los primeros Juegos”, apunta. Para ambos estar en Brasil es un sueño cumplido. “Para un deportista de hockey hierba la máxima aspiración es ir a unos Juegos. Ya puedes ir a uno, dos, tres o cuatro... que la experiencia es única aunque es cierto que los resultados marcan. Estos en principio serán mis últimos y quiero disfrutarlos al máximo”, explica un David que es pieza clave en el combinado masculino. También Georgina es una de las referencias en la selección femenina. Tras caer en el Preolímpico, la renuncia de Sudáfrica les abrió las puertas a última hora. “Nos enviaron un whatsapp y todas comenzamos a escribirnos. Algunas decían que lloraban... Estábamos muy contentas. Siempre fui optimista y creí que estaríamos”, rememora. 

SIN MIEDO

El Zika, la inseguridad, las infraestructuras... tanto Alegre como Oliva han estado pendientes de la convulsa actualidad en Brasil pero nunca jamás dudaron de poner el pie en Río. Pasase lo que pasase. “En un deporte tan minoritario como el nuestro, que tenemos la suerte de ser olímpicos... No nos planteamos estar trabajando 4 años y que una alerta de este tipo no nos permita alcanzar un sueño. Entiendo que para los más mediáticos los Juegos son simplemente una competición más y se lo toman diferente. Nosotros no íbamos a dejar de ir a los Juegos por nada”, explicaba David. En el plano deportivo, ambos se dan el derecho de soñar con las medallas aunque son conscientes de las dificultades. Aún así advierten que, a diferencia de las ocasiones anteriores, ahora se sienten más preparados. La cada vez mayor profesionalización del hockey hierba les ha permitido encarar el torneo con más garantías. “El hockey se está profesionalizando mucho. El nuevo seleccionador nos ha hecho sentir que la selección también es un equipo. Antes nos juntabamos tres o cuatro meses y ahora hay un trabajo continuo”, comenta Georgina. Algo en lo que ahonda Alegre: “Ahora estamos más en contacto. Desde 2015 hacemos dos entrenamientos semanales: unos en Barcelona, otros en Madrid y otros en Bélgica. Y luego nos juntamos cada dos meses en concentraciones más largas. Esto te ayuda a conocer más a la gente. Ahora es como tener dos equipos a la vez: el club y la selección”. 

LA VILLA OLÍMPICA

Aspiraciones deportivas al margen, ni Oliva ni David son capaces de esconder la emoción de revivir una experiencia olímpica. Y ahí ambos apunta a la Villa como un lugar especial. “Es lo que más impacta. Es un lugar exclusivo para nosotros y al final allí dentro vale lo mismo un Nadal, que un David Alegre. Compartes tu vida con ellos. Esto en la vida real no pasaría, fuera de allí quizás no te harían ni caso...”. Aunque avisa: “Hay que vigilar si son tus primeros Juegos de que todo este entorno no te distraiga porque allí vas a competir. Los jóvenes del equipo están algo excitados y me toca hacer de veterano (risas)”, asegura. Georgina asiente: “La Villa es de lo más emocionante. Recuerdo que en Pekín no me lo imaginaba así. Al final te hace sentir superimportante. Te hacen entrevistas, muchos preguntan por ti... Toda tu gente está pendiente de los Juegos. Es como vivir en una burbuja aunque es fácil caer en distracciones con tanto famoso”. Preparados, con sus familias listas para apoyarles ‘in situ’, las maletas hechas y la ilusión por las nubes, Alegre y Oliva cuentan los días para aterrizar en Río.