MI VERDAD

Sana envidia, mucha rabia y terrible frustración

Lahm y Savic pugnan por el control del balón

Lahm y Savic pugnan por el control del balón / AFP

JOSEP MARIA CASANOVAS

No es una confesión. Tan solo un reconocimiento. Siento mucha rabia, mucha tristeza y mucha frustración viendo las semifinales de la Champions sentado en el sofá de mi casa. Me cuesta entender cómo el Barça ha quedado en la cuneta después de alimentar tantas ilusiones. Y todavía me siento más irritado viendo el bajo nivel exhibido por algunos contendientes. Debo reconocer que siento sana envidia de los clubs que todavía pueden conquistar el título, sobre todo si recuerdo que Messi y compañía se quedaron fuera por un solo gol. Han sido capaces de marcar catorce goles en dos partidos y no pudieron meter uno solo en el Calderón. El mejor tridente de la historia cogió una pájara inexplicable en el peor momento. Un mal partido que ha penalizado más de la cuenta. De nada sirve lamentarse ni llorar sobre la herida. Punto y aparte.

Lo que vimos el martes en Manchester fue un robo al fútbol. Dos equipos que no jugaron a nada y que pactaron el empate traicionados por su falta de ambición y conformismo. El City está lejos de ser un gran equipo aunque pagaran a precio de petrodólares estrellas que no brillan. El Madrid fue incapaz de imponer su experiencia aunque su superioridad es evidente. Lo que vimos anoche en Madrid fue una cosa muy distinta. Nada que ver con la castaña del día anterior. Choque de verdad, coraje contra fuerza. El mérito del Atlético forjado por el Cholo es extraordinario. Siempre rinde al cien por cien. Para ellos resistir es ganar. Plantaron cara al Bayern con un partidazo extraordinario coronado por un golazo de Saúl. Guardiola quedó en evidencia.

NOTA FINAL. El fracaso europeo del basket blaugrana exige decisiones y cambios. Pase lo que pase en la Liga, se impone una revolución. Cuando el propio entrenador reconoce que no han tenido la mentalidad adecuada, señal inequívoca de que fallan los valores y la profesionalidad.