MI VERDAD

Messi no es el culpable, solo es la víctima

Leo Messi, con Argentina

Leo Messi, con Argentina / sport

Josep Mª Casanovas

EL TRAUMA DE MESSI. Messi vive un trauma que no entiende. Un trauma que le persigue y le agobia. Con el Barça lo gana todo y con Argentina no gana nada. Aquí es Dios y allí es un traidor. Con la selección no consigue imponer su fútbol mientras que en el Camp Nou es el Nº1 con diferencia. Vestido de blaugrana ganó dos títulos este año y con la albiceleste perdió dos finales en el último año. Es la diferencia entre disfrutar y sufrir. Jugar a gusto o jugar presionado. El contraste es tan brutal que Leo comienza a pensar si sería bueno dejar la selección un tiempo, no jugar los partidos amistosos. La tristeza, resignación y cabreo que reflejaba su rostro tras la final de la Copa América delata el conflicto interior que vive su cerebro. ¿Soy o no soy el mejor del mundo? ¿Cómo puede ser que en Europa me elogien y en mi casa hasta me quieran quitar la capitanía? Messi pasará unas amargas vacaciones hasta que consiga olvidarse de la final perdida en Chile. Si tuviera un psicólogo de cabecera, seguro que le aconsejaba viajar pronto a Barcelona, donde sí es feliz. Entre tanto, alguien le tiene que explicar que lo que le sucede no es culpa suya. Es mas víctima que culpable. El Tata Martino es solo un “alineador”, un técnico que elige once jugadores y los pone en el campo. No hay estilo de juego ni estrategia. Falla el director y la banda de música suena desequilibrada. Solo con coraje y amor propio no se gana. 

LA GRAN DIFERENCIA. Alguien le tiene que contar a Messi que el problema no es suyo sino de la selección. La gran diferencia es que en el Barça juega arropado por grandes jugadores que aceptan su liderazgo y en la selección el espíritu de equipo no existe, cada uno va a la suya, sálvese quien pueda. Tampoco es lo mismo jugar con Iniesta, Xavi y Busquets, que con unos jugadores argentinos que no están al mismo nivel. El protagonismo que tiene en el Barça se reduce a la mitad cuando juega con su país. No es un problema fácil de solucionar. La química con sus compañeros barcelonistas es fruto de una relación de muchos años que no responde a una fórmula mágica, sino que es fruto de muchos años de trabajo y convivencia. Leo jugó la Copa América convencido de que se podría sacar la espina de la final perdida en el Mundial de Brasil por la mínima frente a Alemania. Y ha sido todo lo contrario, la herida se ha hecho mas grande en Chile, ya que han sido derrotados por un enemigo inferior. El único consuelo que le queda es pensar que en el Barça puede olvidar el trauma de la selección.