MI VERDAD

La marcha de Guardiola fue el aviso de lo que está pasando

Josep Maria Casanovas

UNA DECISIÓN EQUIVOCADA. El momento deportivo que vive el Barça merece echar la mirada atrás. Para entender los problemas del equipo en marzo del 2014, hay que remontarse al 27 de abril del 2012 cuando Guardiola anunció que no renovaba contrato. Aquella no fue una decisión cualquiera, fue una decisión meditada que vislumbraba todo lo que está pasando ahora. El entrenador que había forjado el mejor Barça de la historia sabía que los ciclos de los grandes equipos tienen un límite y que es necesario renovarse a tiempo. Tito Vilanova tomó el relevo en el banquillo con los mismos mimbres y supo aprovechar la inercia del ciclo triunfal con un resultado dulce y amargo a la vez. Primero ganó la Liga de los 100 puntos que provocó la caída de Mourinho, después encajó un varapalo tremendo en la Champions cuando el Bayern de Heynckes les humilló con dos goleadas consecutivas, total, 7-0. Aquella terrible lección, que era el primer aviso de final de ciclo, se interpretó de forma equivocada. En vez de potenciar y rejuvenecer el equipo con una renovación a fondo como aconsejaba la experiencia, se decidió apostar todo a una sola carta: Neymar. Aquí prevaleció el criterio del presidente Rosell y Zubizarreta se convirtió en la voz de su amo. El equipo necesitaba un central de garantías y un centrocampista de fuerza antes que un goleador. Por si fuera poco, Neymar no ha respondido a las expectativas levantadas ya que solo contabiliza siete goles en Liga mientras que el desechado y regalado David Villa lleva marcados trece tantos.

LISTA DE ERRORES. La lista de los errores cometidos desde que se fue Guardiola es amplia. Se pagan las consecuencias de haber querido estirar la cuerda del equipo más de lo aconsejable. De tener una dirección deportiva errática. De creer que el fichaje de Neymar era la panacea. De que las dos estrellas del equipo, Messi y Neymar, nunca se han entendido en el campo. De fichar un entrenador que es una buena persona pero que el Barça le viene grande. De tener una directiva más centrada en ganar el referéndum del Camp Nou que en evitar la crisis deportiva del equipo. La dimisión precipitada de Rosell ha dejado a Bartomeu con una patata caliente encima de la mesa, un equipo que ha perdido la ilusión de ganar todos los partidos y unos jugadores a los que traiciona el subconsciente pensando en el Mundial. De todos modos, conviene recordar que nada está perdido y todo se puede ganar. Los jugadores tienen la palabra.