Mi verdad

Si yo fuera Pedro, tambien me iría

Pedro, durante la gira americana del FC Barcelona

Pedro, durante la gira americana del FC Barcelona / sport

Josep Maria Casanovas

ELIGE VOLAR. Pedro Rodríguez Ledesma es una persona afortunada, un futbolista privilegiado. La vida le ha sonreído, pero también es verdad que se lo ha ganado a pulso con trabajo y sacrificio. Pudo ser un jugador del montón y se convirtió en una figura. Contemplando su extenso palmarés, hay que reconocer que ha llegado mucho más lejos de lo que jamás pudo soñar. De Tenerife al Barça, del Camp Nou a la gloria. Se dice pronto, pero ha ganado todos los títulos posibles con el Barça y con la selección nacional ya que ha coincidido con una generación de oro excepcional. Y la clave de su eclosión, de su éxito, se debe al entrenador que le lanzó a la fama cuando su papel en la cantera había sido discreto. Guardiola supo ver sus posibilidades y potenciar sus cualidades; Pedrito hizo el resto y se ganó la titularidad. Llega a los 28 años con el futuro económico resuelto y con un problema que es imposible de superar. El Barça tiene los tres mejores delanteros del mundo y el tinerfeño, mal que le pese, tal como se demostró la pasada temporada, está condenado a chupar mucho banquillo. Ante esta situación, tiene dos opciones, conformarse o revelarse. Aceptar la suplencia como un mal menor o buscar un club que le asegure una nueva experiencia. Pedro ha elegido volar, buscar la titularidad en otro equipo y sentirse futbolista. Una decisión valiente y arriesgada que merece que la suerte le acompañe.

UNA DECISIÓN COMPRENSIBLE. Si yo fuera Pedro, también tomaría la misma decisión, cambiaría de club, afrontaría un nuevo reto. Se considera con fuerza y ganas para seguir en primera línea, para conocer otro fútbol, vivir una experiencia nueva y luchar para asegurarse un puesto en La Roja de cara a la próxima Eurocopa. Se irá del Barça por la puerta grande después de haberle dado los mejores años de su vida y con una cuenta corriente que asegura el futuro económico de su familia. En el Barça ya lo ha conseguido todo y le espera una suplencia dura. Por egoísmo particular, preferiríamos que Pedro se quedara, ya que siempre ha sido una garantía de rendimiento. Pero pensando en lo que le puede hacer más feliz, la marcha es una decisión comprensible. En el Manchester United o donde quiera, tendrá la motivación de superarse, de aprender un idioma, de formarse de cara al futuro. Si encima consigue el mejor contrato de su vida y va a un club de prestigio, mejor que mejor. En Can Barça, Pedro siempre será valorado y respetado.