MI PARTIDO

El día que Messi volvió a ser Dios

Leo Messi, en el Camp Nou

Leo Messi, en el Camp Nou / sport

Josep Maria Casanovas

¡VIVA EL GENIO! Messi hundió al Bayern, desactivó el factor Guardiola y colocó al Barça a las puertas de Berlín. En tres minutos mágicos marcó dos goles y sentenció la eliminatoria. Su talento, ambición y orgullo son imparables. Celebró los goles con una mezcla de rabia y alegría consciente de la gesta que estaba realizando. El mejor jugador que jamás hemos visto vuelve a colocar al Barça en la cumbre de fútbol mundial y, de paso, saldó dos cuentas personales pendientes. Le demostró a Pep que son los jugadores quienes ganan los partidos por encima de tácticas y posesión de balón. Y se dio el gusto de sacarse la espina de la final del Mundial de Brasil cuando Alemania les privó de la victoria. Al frente de un Barça que lleva su marca e identidad, derrotó con una superioridad manifiesta al mejor equipo alemán dejándole al borde del KO. Leo anoche era el hombre más feliz del mundo. Los 95.000 espectadores que abarrotaron el Camp Nou se rindieron a sus pies. Lo aclamaron como a un Dios, como el genio que es capaz de aparecer en los momentos más difíciles. Las televisiones del mundo agotaron los adjetivos difundiendo los goles de artista, en especial el segundo que fue una obra de arte de esas que no te cansas de ver. Messi se aseguró su quinto Balón de Oro con una noche memorable de fútbol y espectáculo. Lo que dijo Guardiola se cumplió al pie de la letra. El talento no se puede parar. Lo que está haciendo Messi en el Barça es algo histórico e irrepetible.

COMPRE BILLETES PARA BERLÍN. El partido no tuvo otra historia que Messi. Cuando el genio encendió su lámpara prodigiosa, Neuer se derrumbó y el Bayern quedó tocado y hundido. Bastaba ver la cara de impotencia de Xabi Alonso y el gesto de disgusto de Pep en la banda para darse cuenta de que Leo había roto su estrategia y había desmontado la táctica. Dos acciones personales del mejor jugador de la historia desequilibraron un choque apasionante e intenso. El Barça de Messi es tan bueno que es capaz de conseguir que el Bayern en todo el partido no chutara ni una sola vez entre los tres palos por mucho que ganara la posesión de balón al rival. Los barcelonistas ya pueden ir reservando vuelo para Berlín. La remontada de los alemanes parece imposible. Están derrotados de antemano. Messi les tiene la moral ganada y le temen como si fuera un extraterrestre. Guardiola fue tan sincero en sus declaraciones antes del partido que escribió la crónica por adelantado. Si el entrenador rival se ve impotente, su equipo se contagia y acaba convirtiendo a Messi en un trauma, una pesadilla, un martirio. Eso fue lo que sucedió. Messi volvió a ser Dios.