MI VERDAD

El calvario de Valdés, de triunfador a perdedor

Valdés, en una imagen de archivo

Valdés, en una imagen de archivo / sport

Josep Maria Casanovas

ARRUINANDO SU PRESTIGIO. Desde su salida en falso del Camp Nou, dando un portazo y sin despedirse, Víctor Valdés encadena una serie de decisiones equivocadas que le están llevando a un callejón sin salida. De ser un triunfador ha pasado a ser un perdedor. Se equivocó no aceptando la renovación que le ofrecía el Barça y se marchó cuando acababa de ser víctima de una grave lesión. No acertó comprometiéndose con el Mónaco que no cumplió lo prometido. Parecía que su futuro estaba en el Manchester United hasta que su relación con Van Gaal explotó y se quedó de la noche a la mañana sin dorsal y sin que le inscribieran en la Premier. Despreciado y humillado. El mejor portero de la historia barcelonista está sin equipo cuando faltan pocas horas para que se cierre el mercado futbolístico. Ayer, cuando estaba a punto de viajar a Estambul para firmar contrato, rompió el compromiso que tenía con el Besiktas al comprobar que la oferta final que le hacían los turcos rebajaba la ficha acordada y reducía a dos años el contrato. Valdés está viviendo un momento convulso víctima de su complicado carácter. Su trayectoria fuera del Barça es un calvario y está arruinando su prestigio. A los 33 años, una edad de oro para los porteros, el mercado europeo se le cierra salvo una oferta de última hora y tendrá que considerar ofertas de Catar o Estados Unidos que automáticamente le situarían en un fútbol de segundo nivel. 

VÍCTIMA DE SU CARÁCTER. Todo lo que le pasa a Víctor Valdés es consecuencia de su forma de ser, de su carácter arisco, de su desconfianza con el entorno, de los malos consejeros o, en el peor de los casos, de no dejarse aconsejar por nadie. Él mismo lo reconoció recientemente en una entrevista a un medio colombiano: “Soy una persona difícil de llevar”. Prueba de ello es que le ha costado un año entonar el mea culpa de su forma abrupta de dejar el Barça. No quiso hacer declaraciones, no aceptó el reconocimiento que le ofrecía el club: “Me aparté y me fui, me lo recrimino”. Todo este vía crucis comenzó el 26 de marzo del 2014 jugando en casa contra el Celta. Después de detener por alto un balón sin demasiados problemas, cayó al suelo y sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. ¡Seis meses de recuperación! Se perdió el Mundial de Brasil y se cerró por voluntad propia la puerta del Barça. A partir de aquí, nada bueno le ha pasado. Esperemos que estos duros golpes que le ha dado la vida le sirvan para reflexionar y volver a encontrar el buen camino.