MI VERDAD

Bartomeu rompe con el pasado sin poder cambiar de directiva

Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça, durante su discurso en el almuerzo de Navidad con los medios de comunicación

Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça, durante su discurso en el almuerzo de Navidad con los medios de comunicación / sport

Josep Maria Casanovas

REVOLUCIÓN EJECUTIVA. Golpe de timón del presidente Bartomeu. Once meses después de llegar al cargo, modifica la estructura del club y rompe con el pasado. Cansado de tener que asumir errores que han dañado seriamente la imagen de la entidad, decide hacer su equipo de gestión y poner orden en la casa. Cesa al director general de la etapa Rosell y crea un nuevo organigrama para que el Barça mejore su estructura interna y funcione como una empresa que factura más de 500 millones de euros. Como no puede cambiar de directiva ni cesar a ningún miembro, se tiene que consolar con elegir un nuevo equipo profesional de su confianza. Este es el primer paso de Bartomeu de cara a la campaña electoral que se avecina. El segundo será cambiar la dirección deportiva, Zubizarreta incluido, si no se gana nada esta temporada. Es una decisión que está tomada pero que de momento se prefiere poner en el congelador. Es tanto como decir que Luis Enrique tiene plenos poderes mientras que el protagonismo de Zubi irá claramente a la baja. En el club han fallado demasiados departamentos en los últimos tiempos creando la sensación de que faltaba autoridad y mando. Se espera con impaciencia la sentencia del TAS, aunque en cierta medida el Barça ha puesto la venda antes de la herida y Toni Rossich paga con su cese los platos rotos en La Masia por incumplir la legislación vigente.

CAMBIOS OBLIGADOS. Un club como el Barça tiene dos áreas de gestión bien definidas: la organización interna y la parte deportiva. Bartomeu hace tiempo que había perdido la confianza en Rossich, como lo demuestra que le dieron una patada hacia arriba con un cargo sin contenido y nombraron un nuevo gerente. Con Zubizarreta ha sucedido lo mismo aunque el desengaño ha sido más doloroso ya que el actual presidente trabajó con el director técnico codo con codo cuando era vicepresidente deportivo. Si fallan los dos máximos ejecutivos del club, el presidente está condenado al fracaso. Por esto ha movido pieza. Porque le gustaría presentarse a las próximas elecciones sin lastres del pasado, sin la etiqueta de continuador que tanto le perjudica. Si pudiera, tambien cambiaría media directiva, pero esto es una rémora con la que tiene que apechugar mal que le pese. De la misma manera que es presidente gracias a Rosell, tiene que cargar con una junta que tiene más de pasado que de futuro.