MI VERDAD

Bartomeu se libra de la oposición y de Blatter

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Josep Mª Casanovas

BARTOMEU HACE SU EQUIPO. Prefiero cuidar mi memoria para recordar momentos de felicidad que no puede almacenar un ordenador. Viene esto a cuento del estado de gracia que vive el Barça, una etapa de bonanza y tranquilidad que la afición disfruta al máximo. Cuando el equipo funciona como un reloj, todo lo demás es secundario. Se respira confianza, hay ilusión y el entorno vive una paz institucional que se agradece. Ni rastro de la oposición. Los goles alejan los malos espíritus. Hasta los problemas judiciales parecen atravesar una tregua archivados en juzgados de dudosa reputación. La fotografía sonriente del tridente es la mejor imagen del gran momento que vive el club. Ver felices a Messi, Neymar y Suárez es garantía de buenos resultados. Bartomeu aprovecha esta calma para hacer cambios en los despachos con el objetivo de mejorar el funcionamiento interno que mostró excesivas lagunas en los últimos tiempos. Se crea un área jurídica capaz de deshacer entuertos. Se borran las huellas de los hombres de Rosell. El presidente hace un nuevo equipo de gestión a su imagen y semejanza. Manel Arroyo asume el papel que antes desempeñara con gran eficacia Javier Faus, se convierte en el vicepresidente que más manda asumiendo la responsabilidad de aumentar los ingresos comerciales. Es el hombre que debe reconducir el contrato con Qatar después de que fracasara en su primer intento antes de la Asamblea.  

¡HASTA NUNCA HERR BLATTER! Esta fotografía ya no se repetirá. Blatter y Bartomeu no se verán más, no tienen nada que hablar, nada que decirse. Demasiado daño le ha hecho al Barça apoyando una decisión injusta y exagerada. Nunca dio la cara y se escondió como una rata. El que fuera durante veinte años capo de la FIFA, para el bien del fútbol, está defenestrado por corrupto. No presidirá el Mundial de Clubs en Japón. Sus manos manchadas de dinero no entregarán la copa al campeón. Bartomeu se evitará un mal trago en el palco. Ahora lo que toca es recuperar poder e influencia en la casa grande del fútbol. No jugar ninguna carta equivocada antes de las elecciones. Resulta incomprensible que el club que gana más títulos, que conquista la Champions, que tiene más jugadores en la Gala del Balón de Oro, acumule todavía sanciones de FIFA y UEFA.