MI VERDAD

El Barça es la envidia del fútbol inglés

Josep Maria Casanovas

DOS CONCLUSIONES IMPORTANTES. No siempre las comparaciones son odiosas. A veces sirven para demostrar cosas tan elementales como que la continuidad y el rigor en el trabajo producen mejores resultados que los cambios constantes. El método, la planificación, suelen imponerse a la improvisación. En el mundo del fútbol tenemos ahora un buen ejemplo. Barça y Chelsea han seguido dos trayectorias bien diferentes; no se parecen en nada. El Barça es propiedad de sus socios. El Chelsea es un club privado que Roman Abramovich compró en el 2003 gracias a sus negocios millonarios con el petróleo. Su primer entrenador fue Claudio Ranieri; nueve años después, el magnate ruso acaba de contratar a su noveno entrenador, Rafa Benítez. Por el camino fueron cayendo Mourinho, Grant, Scolari, Hiddink, Ancelotti, Villas-Boas y Di Matteo. En este mismo periodo, por el banquillo del Camp Nou han desfilado solo tres técnicos, Rijkaard (2003-2008), Guardiola (2008-2012) y Vilanova. Si comparamos lo que han conseguido estos clubs en el mismo tiempo, el Barça triplica globalmente los títulos del club londinense. A nivel de competiciones importantes, ellos solo han ganado una Champions y tres Ligas; el Barça, tres Champions, dos Mundiales de Clubs y cinco Ligas. Dos conclusiones significativas: la continuidad en el banquillo es aconsejable mientras que la política de cantera da mucho mejores resultados que fichar a golpe de talonario.

GUARDIOLA TIENE DONDE ELEGIR. De los ocho entrenadores que ha tenido hasta la fecha Abramovich, seis le han durado menos de un año. Terrible balance. Entiende mucho de negocios pero poco de fútbol. El técnico que levantó la única Champions en la historia del Chelsea, el italiano Di Matteo, seis meses después de la gloria fue cesado sin contemplaciones, pase por caja y cobre. No puede sorprender a nadie que con este rosario de fracasos a cuestas, el millonario ruso haya pensado en Guardiola para comenzar un proyecto serio. Pero Pep es un tipo de palabra y quiere cumplir su año sabático, no se quiere subir deprisa y corriendo a ningún tren en marcha por mucho `money¿ que le prometan. Rafa Benítez, que llevaba más de dos años en dique seco, no ha dudado en aceptar el cargo antes de que se le pasara el arroz y los clubs se olvidaran de él. Está claro que es un entrenador de tránsito, para intentar ganar el Mundial de Clubs y luchar por la Premier. Mientras, Guardiola se lo mirará con calma desde Nueva York consciente de que tendrá ofertas interesantes de cara a la próxima temporada. Soriano y Txiki le abrirán de par en par las puertas del Manchester City, Ferguson quiere que sea su sucesor y Abramovich tiene su teléfono y le volverá a llamar. Jamás un entrenador fue tan deseado.