Opinión Express

Este club se autodestruirá en 3,2,1...

El Barça es "més que un club". Y no siempre para bien

El Barça es "més que un club". Y no siempre para bien / sport

Josep Capdevila

Los que se han hecho culés estos últimos años, sea por edad o por las razones que sean, quizá puedan pensar que, como dice Luis Enrique, el Barça es Disneylandia. Pero si hay algo que ha distinguido a este club en sus más de 100 años de historia es su nefasta vocación autodestructiva, muy extensible, es cierto, al carácter catalán.

Y en este tema, nadie, absolutamente nadie, puede tirar la primera piedra por estar libre de culpa. El Barça es un monstruo inmenso y como tal, tiene sus cosas buenas, pero también sus cosas malas. Y entre las malas estaría que es una golosina muy apetecible para mucha gente, jugadores, técnicos, directivos, periodistas, empresarios, políticos, aficionados... Todos esperan sacar tajada de una manera u otra de un gran pastel. Y la lucha para conseguir una porción, por pequeña que sea, de ese pastel es encarnizada. Parece que todo vale. Y al final, quien se resiente de todo ello, no es otro que el propio Barça.

Repito. Todos somos culpables de ello. Los que mandan porque no quieren soltar el cuchillo de cortar el pastel ni que los maten, por complicado que esté todo. Y encima lamentan que la oposición haga lo mismo que ellos hacían cuando estaban al otro lado de la barrera. Los que no mandan, porque saben que si quieren volver a mandar o mandar si aún no lo han hecho nunca, tienen que desgastar el máximo posible a los que ahora mandan. Aunque ello signifique hacer el ridículo criticando ahora el adiós de Zubizarreta cuando hace meses que ellos lo vienen reclamando.

Los jugadores porque se piensan que están por encima del club y son intocables. Los técnicos porque quieren demostrar que son más chulos que nadie y es de lo más normal jugar con el patrimonio del club dejando casi 300 millones de euros en el banquillo en un partido importante. Los aficionados, cambiando de opinión cada dos por tres y navegando de un lado a otro compulsivamente.

Y la prensa. Tampoco nosotros nos libramos. Ni mucho menos. Queriendo hacer de técnicos cuando nunca nos hemos sentado en un banquillo. De directivos, cuando nunca hemos estado en una mesa de reuniones de un club. Pagando favores en algunos casos a los que mandan ahora y a los que quieren mandar mañana en otros casos.

Esta es la autodestrucción del Barça. Una espiral que veo imparable. ¿Cómo demonios vamos a acabar con todo esto? Será aquello de que entre todos lo mataron y él solito se murió. Y después todos lloraremos. Ya no habrá pastel para nadie. Y la culpa, como siempre, será de los demás.