A GOLPE DE AVE

La última bala

José Antonio Abellán

Suele ocurrir en la vida y, por supuesto, en el fútbol. Las cosas, para ponerse bien, primero tienen que estar muy-muy mal… Y eso es lo que, seguramente, muchos seguidores del Barça piensan en este momento. En el Barcelona las cosas están a punto de tocar fondo si no lo han hecho ya. Es casi imposible que puedan ponerse peor. Bueno, mañana, se pueden poner peor si pierde la final de la Copa del Rey. Porque, en el equipo blaugrana, lo que ocurre en el terreno de juego tiene una proyección geométrica en los despachos. Y más en la transitoriedad que muestran ahora.

Un monstruo semejante al Fútbol Club Barcelona (no hay más de diez entidades de similares características en todo el mundo) no es fácil de dominar si sus dirigentes no tienen la ‘auctoritas’ necesaria. Y los actuales dirigentes no la tienen.

Los actuales dirigentes, aparte de carecer de una formación propia para el cargo, tampoco tienen don de gentes, ni dotes de liderazgo, ni capacidad de convencimiento ni, por supuesto, reconocimiento-admiración de toda la sociedad a la que representan. Y que conste que no tengo nada tengo contra ellos. Constato una realidad desnuda. Desgraciadamente, a estas alturas, el señor Bartomeu y toda su junta directiva únicamente son ‘okupas’ de un palco y un puesto para el que nadie les votó y eso, en estos tiempos de crisis galopante, se nota mucho más. 

A veces da la sensación de que los miembros de la actual Junta Directiva están metidos bajo la mesa esperando que amaine el temporal. Y no quiero ni pensar, como decía antes, dónde van a esconderse mañana por la noche como el Real Madrid le gane al Barça la Copa del Rey. 

No tienen por qué hacerme caso, pero creo que lo mejor que podría hacer esta directiva es filtrar, antes de jugarse esa final, la posibilidad de convocar elecciones a final de temporada. Es su última bala. Unas elecciones que le devuelva la legitimidad del poder en el club a quien le pertenece, que no son otros que los socios/propietarios, para que ellos decidan el nuevo rumbo. Y, a partir de ahí, que todo vuelva la normalidad.

Y, con la normalidad, estoy convencido de que llegará una auténtica revolución a esta institución desgastada por los escándalos y el empacho. Y esa revolución pasará por un cambio en la Dirección Deportiva, en la de Comunicación, en la del Área Legal (no se pueden cometer tantos errores), etc., etc.

Y, paralelamente, el cambio de entrenador. Y bien que lo siento. Tata Martino es un tipo honrado. No ha engañado a nadie. Pero no es fácil entender, de entrada, que el Barcelona “es més que un club”. Ese es un concepto novedoso y grande para quien no lo haya, mínimamente, vivido antes. Un toro de miura que, como no sepas lidiarlo, te buscará la femoral desde el primer minuto. Hay que haber mamado de la teta de la casa muchos años para poder presentarse ante él. 

Como ya dije en una ocasión, el entrenador de este tipo de instituciones legendarias debe ser aquel que esté preparado para dar valor a los jugadores que dirige. Y esto no ha ocurrido con Gerardo Martino. Todos los futbolistas, sin excepción, valen menos de lo que valían hace un año… Cuidado, no es su culpa. La culpa es de quien le puso. Un tipo que, por mucho que presumiese, no conocía los valores mínimos que se han de tener para ese cargo. Y no es cuestión de hacer leña del árbol caído… 

La situación actual, en cualquier caso, es fruto de las circunstancias y es bastante complicada, incluso, ganando la Copa del Rey y la Liga… El Barça necesita una regeneración total. Creedme.