LA OPINIÓN

El problema va más allá de Martino o la actitud

Joan Vehils

Panorama desolador. Cinco minutos después de terminar el partido recibí un WhatsApp de Montserrat Pinyol. Pinyol es una prestigiosa abogada, socia del Barça y una de esas apasionadas culés que no se pierde ningún partido. El mensaje decía: “He desconectado del Barça. Damos pena”. Ni una mala palabra de la directiva, del entrenador o de los jugadores. Nada. Simplemente pena, tristeza y desolación. Eso es lo que produce este Barça y el problema es que eso no se soluciona de la noche a la mañana. Es más, el problema viene de lejos y no es la primera vez que el club atraviesa una situación semejante. Ahora, podemos intentar engañarnos y acusar a Martino de ser incapaz de gestionar el vestuario o a los jugadores de falta de actitud pero el tema es mucho más profundo. Hace diez meses, cuando el Bayern pasó por encima del Barça como una apisonadora, todo el barcelonismo coincidió en señalar que el equipo necesitaba una revolución para intentar prorrogar el ciclo victorioso. Y cuando digo todos, me refiero a presidente, directivos, técnicos, jugadores, aficionados y una buena parte de la prensa. Pues esa necesaria revolución acabó en una simple remodelación y ahora lo están pagando. Han regalado la Liga, agarrarse a la Champions es de ilusos y la final de la Copa es una lotería... Por eso, culés como la Pinyol están abatidos y desmotivados. Y lo peor es que todo se junta. Bartomeu está en una posición débil, hay un referéndum a la vista y quién sabe qué pasará con Messi. ¡Que Dios nos pille confesados!