LA OPINIÓN

Y Guardiola paseando por Manhattan...

Joan Vehils

EL MUNDO ES UN PAÑUELO. Desde hace unos días, algunos barcelonistas me preguntan por qué no ha venido Guardiola a suplir a Tito durante su ausencia. Entienden que por respeto no se podía traer a un entrenador foráneo, comparten que Rosell anteponga la salud de Vilanova a conquistar cualquier título y respetan el esfuerzo de Roura. Sin embargo, insisten en que si Pep es tan amigo de Tito y tan culé, ¿por qué no se ha ofrecido para sustituirle? La idea es inviable pero tiene argumentos sólidos. Pep conoce mejor que nadie el vestuario del Barça, hasta julio no vuelve a entrenar, nadie lo interpretaría como una traición, la afición lo vería con buenos ojos e incluso el propio Roura se lo agradecería. Visto así, no parece una mala idea. No obstante, no todo es tan fácil. Es cierto que Guardiola salió por la puerta grande y que el Barça nunca tendrá un entrenador como él, pero tan cierto como que dejó algunas heridas abiertas. Desde el momento que supo que Tito sería su sucesor, la relación entre ambos se fue deteriorando. Apenas tiene trato con los jugadores, escaso con Zubi y con Rosell sigue con la misma relación que cuando era entrenador... Por tanto, la solución, que a priori algunos culés verían como lo más normal del mundo, un amigo viene en ayuda de otro, es imposible. Dejémoslo aquí. Eso sí, el mundo es un pañuelo. ¿Quién iba a decir hace unos meses que en pleno mes de marzo Guardiola y Tito estarían viviendo en Nueva York? ¿Quién iba a decir que incluso podrían coincidir por las calles de Manhattan?