Esto es lo que hay

Ter Stegen, un portero cojonudo

Ter Stegen confía en el equipo

Ter Stegen confía en el equipo / JORDI COTRINA

Joam Mª Batlle

Lo confieso: soy un enamorado de los porteros. Quizá me venga de la infancia, donde había un tío que siempre vestía de negro y lo paraba todo. Le llamaban ‘El Chopo’ y le cantaban aquello de “Iríbar, Iríbar, Iríbar es cojonudo, como Iríbar no hay ninguno”. Cojonudo, sí, acaso el primer taco, inocente, que los de mi generación aprendimos gracias a Iríbar. Palabrota o no, es que pronto nos dimos cuenta de que había más porteros cojonudos por ahí. Los mayores nos hablaban de Ramallets y del embrujo de la portería del Camp Nou, donde Sadurní y Reina, dos porterazos pero de estilos diferentes, luchaban por la titularidad. No me enrollo más, el caso es que los porteros eran el cromo más preciado y que a mí nadie me quita de la cabeza que sin un gran portero no se ganan títulos. O así me lo parece.

La teoría. Mucho han cambiado las cosas en el fútbol con relación a los porteros. Eso de que el suplente juegue por real decreto la Copa es una moda suicida. Pero mi teoría no falla. En el Barça, el adiós de Zubizarreta dejó paso a una dolorosa travesía del desierto con Busquets, Arnau, Dutruel, Bonano, Reina... Con Valdés cambió el ciclo. Con Valdés y diez grandes jugadores, eso es verdad, pero con un porterazo, ¡eh! El tema del suplente ya es otra cosa. Pinto cumplía con una de las máximas: aceptar su rol de segundo, pero le fallaba otra: ya no daba un mínimo de garantías. Cada partido de Copa suponía un debate, hasta que se lesionó Valdés y se perdió la Liga. Les diré una cosa, lo mejor que ha hecho Zubizarreta como director deportivo ha sido el fichaje de los dos porteros post-Valdés. Bravo y Ter Stegen son cojonudos, como Iríbar. Un titular impecable y un segundo que es primero en dos competiciones sin que nos echemos las manos a la cabeza. Y ahora que Bravo se ha lesionado, por segunda vez esta temporada, y que nos jugamos la Liga en dos partidos, la tranquilidad que da Ter Stegen no tiene precio. Solo recordar lo que pasó cuando se lesionó Valdés pone los pelos de punta.