Messi, Pep y el traspié del Madrid

El partido de esta noche no puede reducirse a Messi y Guardiola. De la misma forma que no puede reducirse el mérito del mejor Barça de la historia a Pep Guardiola.  Ni siquiera a Pep Guardiola y Leo Messi. El fútbol es un juego de once contra once, que son los que deciden sobre el campo. Así que ojalá que lo de hoy fuera un duelo Messi-Guardiola. Si todo fuera tan simple, ganaría el Barça por goleada. Miren, eso es lo mismo que el Dream Team de Cruyff o el propio Barça de Guardiola. O el mítico Milan de Sacchi. No, no, perdonen. El Barça de Cruyff era el de Koeman, Laudrup, Romario, Stoichkov, Guardiola, Bakero, etcétera, etcétera. Es más, sin ellos el Dream Team no hubiese existido jamás, por mucho que Cruyff se hubiera sentado en aquel banquillo. Y lo mismo con Pep entrenador. Ahí es nada dirigir a Messi, Xavi, Iniesta, Puyol, Eto’o, Busquets, Ibrahimovic, Villa, etcétera, etcétera. ¿Y qué me dicen de Sacchi sin Van Basten, Baressi, Gullit o Rijkaard? Pues eso, que a cada uno lo suyo. El entrenador, a gestionar y los futbolistas, a jugar. 

Hoy Guardiola pasa por una auténtica prueba de fuego en el Camp Nou. Se enfrenta al estilo que creó con un equipo diezmado por las lesiones. No lo pudo decir en rueda de prensa para no menospreciar a sus jugadores, pero sabe que está en inferioridad de condiciones. Lo que sí dijo, y es una verdad como un templo, es que estando Messi como está, es imparable. Lo sabe él y lo sabemos todos. Sobre todo él, que cuando intuyó que Leo ya no le seguía decidió terminar su etapa en el Barça. Hoy volverá a depender de Messi pero al revés de lo que dependía cuando le entrenaba... a él, a Xavi, Iniesta y compañía. Es ley de vida, los futbolistas siempre por delante de los entrenadores. Y si no, que se lo pregunten a Ancelotti, que como Cristiano, Bale, James o Casillas no estén finos el pasado miércoles ante la Juve se quedará sin final de Champions. Por cierto, importante traspié del Madrid en Turín. No está eliminado, pero le tocará sufrir y, sobre todo, la imagen de vulnerabilidad que dio le desnuda ante los italianos y el rival que pudiera encontrarse en una hipotética final.