ESTO ES LO QUE HAY

El equipo está por encima de Alves

El alboroto Alves no afectará al equipo porque los pesos pesados están por la causa

El alboroto Alves no afectará al equipo porque los pesos pesados están por la causa / sport

Joan Mª Batlle

UN ROTO DIFÍCIL DE COSER. Otras temporadas, con otro equipo y otro vestuario, la rajada de Alves hubiera supuesto un grave problema para la preparación de las dos finales que el Barça tiene a la vuelta de la esquina. Ahora, afortunadamente, no. Ni siquiera la amistad del brasileño con Messi supone una amenaza. Leo ya ha demostrado sobradamente su compromiso con el equipo y con el club. El conflicto con Luis Enrique no puede ser más significativo. Supo aparcar las diferencias con el entrenador allá en el mes de enero y ha reconducido la situación hasta llegar a las puertas del triplete. El saludo ante todo el Camp Nou y la prensa de todo el mundo en plena celebración de la Liga es la imagen que certifica la bondad de Messi, al que siempre se le atribuyen poderes sobrenaturales con amistades que al final no son lo más importante, pues lo más importante siempre es el club. Casos, haylos, Cesc, Pinto...

Desde este punto de vista, podemos estar tranquilos. El alboroto Alves no afectará al equipo porque los pesos pesados están por la causa. Insisto, no como en tiempos pretéritos en los que los que desestabilizaban eran los propios cracks, léase, Cruyff, Maradona, Schuster y alguno más...

Dicho esto, el que ha tirado piedras sobre su propio tejado es el mismo Alves. De entrada, ha perdido buena parte del cariño de la afición, que está inquieta por eso mismo que un servidor intenta tranquilizarla. Pero es evidente que su actitud no ayuda. Tiene todo el derecho del mundo a sentirse maltratado, pero no era el momento de poner en marcha el ventilador. El día 8, por ejemplo, ningún problema. Eso sí, con la decisión sobre la mesa. Eso de “ahora estoy fuera pero si el presidente quiere que siga ya sabe qué hacer” suena a chantaje y a justificación para no quedar como un pesetero. Como futbolista, siempre lo he dicho, un 10, que siga. Pero, lamentablemente, el roto de ayer es difícil de coser.