De la gloria a la ruina

Vieri, un goleador en la bancarrota

El legendario delantero italiano ha dilapidado una fortuna millonaria y está arruinado. Ahora intenta reconducir su vida...

Josep Coves

Christian Vieri está en la ruina. El que fuera uno de los mayores depredadores del área, profesional entre 1990 y 2009, acaba de lanzar la voz de alarma. Fracasado en su incipiente etapa como empresario, entregado al póker y a las mujeres, el exgoleador italiano ha anunciado que se apuntará al curso de entrenador para labrarse un futuro en los banquillos.

Sin estudios y sin más formación que la que le proporcionó una vida de trotamundos, que le llevó a vestir once camisetas y a protagonizar 13 cambios de club (ocho en sus primeros ocho años como profesional), Vieri no es más que uno de tantos futbolistas que ha dilapidado su fortuna con una vida desordenada y errática en los negocios. El proyecto empresarial que levantó hace cinco años en Italia en colaboración con su madre ha hecho aguas. La firma BFC, en la que invirtió 16 millones de euros, ha entrado en bancarrota y con ello ha empujado a Vieri a la ruina. Una situación inédita para un hombre que nadó entre dinero y que siempre contó con una de las fichas más elevadas en las plantillas por las que se movió.

El exfutbolista no ha revelado los detalles de la quiebra de su empresa. No se sabe si fue mal asesorado por esos amigos que aparecen por todas partes cuando uno está en la cima pero podría haberse dado el caso  dada la ingenuidad con que a menudo ‘Bobo’ se ha manejado en la vida. Con este sobrenombre es como se le conocía en el Calcio, no por tonto, “ni porque no tenga nada que decir, sino porque es muy tímido y habla poco fuera de su ambiente”, recordaba hace unos años Filippo Inzaghi en el diario ‘El País’. “Bobo”, relataba Eleonora Giovio, es una expresión muy utilizada en Italia para decir “no sé” y es la respuesta que Vieri siempre tiene a punto en sus respuestas a los periodistas.

Esa incertidumbre, unido a un carácter introvertido entre extraños y arrollador entre amigos y compañeros de equipo, llevó a Christian Vieri a convertirse en un auténtico especialista a la hora de cambiar de clubs, con la única excepción del Inter, con el que jugó durante seis temporadas. Al parecer, una de las más de 200 mujeres que admite haber tenido entre sábanas el exfutbolista y futuro entrenador fue el motivo de tan larga estancia en Milán.

Mujeres al margen, quizá las razones de tanto cambio de camiseta habría que buscarlas en la figura de su padre, Roberto Vieri, conocido como ‘Il primo emigrante’ y que –como él– hizo del fútbol su profesión. En 18 años, entre 1964 y 1982, ‘Bob’ Vieri jugó en siete equipos diferentes y en 1977, cuando Christian tenía cuatro años, se llevó a la familia a Australia. Allí jugó en el Marconi Stallions en dos etapas, entre medio de la cuales regresó al Prato, el equipo de su ciudad natal con el que dio sus primeros pasos en serio como años más tarde harían sus hijos Christian y Massimiliano. Este último, un año menor que su hermano, adquirió la nacionalidad australiana y llegó a internacional con la selección aussie, pero acabó poniendo un punto romántico a su carrera al retirarse en el Prato, con 34 años.

Christian Vieri ha sido el futbolista más reconocido de la saga. Su facilidad goleadora, que le valieron un pichichi con el Atlético de Madrid y un título de capocannoniere con el Inter, le sirvió para encontrar acomodo entre los mejores clubs. Juventus, Atlético, Lazio, Inter y Milan lo tuvieron en sus filas antes de que el Mónaco, Atalanta y Fiorentina intentaran en vano sacar el mejor rendimiento de un futbolista que iba a la baja. En 2009, camino de los 36 años, colgó las botas en el Atalanta, con el que ya había jugado en dos etapas anteriores.

Pero, como es habitual, los comienzos no fueron fáciles. A pesar de debutar con 18 años y medio en la Serie A con el Torino, se pasó dos temporadas y media en la segunda división antes de que el Atalanta le recuperara para jugar entre los mejores. Su paso por el Pisa, Ravenna y Venecia le convirtió en un banco de pruebas para sacar partido a su corpulencia (1,85 metros y 82 kilos) en su intento de buscar el camino del gol. Su físico, similar al del entonces blaugrana Julio Salinas, le encasilló como rematador de área con pocos recursos. Sin embargo, uno de los goles que más se recuerdan de Vieri fue uno que le marcó al PAOK de Salónica en un partido de la Copa de la UEFA cuando era jugador del Atlético. Un prodigio de habilidad y técnica, batiendo al portero heleno desde la línea de fondo tras haberlo sorteado previamente.

Al Atlético llegó en verano de 1997, después de haber triunfado definitivamente en la Serie A con el Atalanta primero y con la Juventus después. Fiel a la tradición, solo jugó una temporada con la Vecchia Signora, con la que ganó su único Scudetto y fue un pilar de aquel equipo que entrenaba Marcello LIppi y en el que destacaban Zidane, Del Piero y Deschamps. Fichado por 2,5 millones de euros del Atalanta, los turineses lo vendieron por 15 millones al Atlético de Jesús Gil, que después lo traspasó por 25 a la Lazio.

A esas alturas de carrera, con 25 años y con unos registros goleadores más que apreciables, Sergio Cragnotti, propietario de la Lazio, se lanzó a por Vieri en su intento de convertir al equipo romano en un referente europeo. Con la Lazio de los Nesta, Stankovic, Nedved y De la Peña ganó uno de los tres títulos internacionales que figuran en su palmarés, la Recopa. Los otros dos son la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinetal que ganó con la Juventus. Esa Recopa, la de la temporada 1998-99, será recordada por ser la última que se disputó. La Lazio, que entrenaba el sueco Sven-Goran Eriksson, derrotó por 2-1 al Mallorca de Héctor Cúper, al que luego tendría como técnico en el Inter. Vieri marcó el primer gol de la noche.

Tampoco los romanos, que entonces aspiraban a ser un grande de Europa, consiguieron persuadir a Vieri para que su compromiso con la entidad fuera más allá de un año. Radomir Antic, que lo dirigió en el Atlético, considera que el carácter traicionó al Vieri futbolista, una constante a lo largo de sus años como profesional. “Discutíamos mucho. Era muy testarudo y tenía un gran carácter”, aunque remarca su gran profesionalidad. “Había una cosa de él que me encantaba: estaba obsesionado con el gol”.

La facilidad con que a lo largo de su trayectoria deportiva Vieri fue cambiando de equipo no le hizo en absoluto acreedor de fama de raro. Todo lo contrario. Giuseppe Bergomi, al que tuvo como compañero en la selección, decía esto de él en ‘El País’. “Todos le adorábamos. Se deja querer mucho, hace grupo, bromea con todos. Ha cambiado mucho de equipo, pero forma parte de su carácter. Siempre se ha ambientado muy rápido: enseguida se gana a los compañeros, a los aficionados y a la gente del club”. En la azzurra siempre lo consideraron un jugador que fomenta la cohesión del grupo. Son legendarias las partidas de naipes que organizaba con Buffon y Maldini. Nada que ver con sus últimos devaneos con el póker, uno de los factores que ha precipitado su caída.

Hasta que Florentino Pérez desembolsó 60 millones de euros en 2000 para pagar la cláusula de Figo y liberarlo de su compromiso con el FC Barcelona, los 45 millones que Cragnotti se embolsó en la operación del traspaso de Vieri al Inter fueron el tope jamás pagado por un futbolista. Después vendrían Zidane, Cristiano Ronaldo, Bale…