La primera vez que Mourinho 'enamoró' a Old Trafford

José Mourinho se ha salido con la suya y seguirá entrenando en la Premier la próxima temporada. Y lo hará en un equipo al que le une el pasado pese a no haberlo entrenado nunca. En el Manchester United se acuerdan bien de Mourinho y entre la afición 'red' existe una sensación de 'amor-odio' hacia el portugués fácil de explicar.

Sus años al frente del Chelsea o la peculiar personalidad del portugués no han sido lo que han hecho de Mourinho una persona admirada y odiada a partes iguales en Old Trafford. En la memoria de los seguidores del Manchester ha quedado instalada para siempre aquella eliminatoria de cuartos de final de la Champions de 2004 en la que el Oporto de un joven Mourinho echó de la competición al entonces favorito Manchester United de Sir Alex Ferguson y acabó ganando, de la mano del portugués la segunda champions de su historia eliminando al Depor en semifinales y derrotando al Mónaco en la final.

El partido de ida, jugado en el Estadio do Dragao, acabó con empate a cero y en el Manchester se las prometían felices. Tanto, que Fergusson se permitió el lujo en la vuelta de dejar a Cristiano Ronaldo en el banquillo en Old Trafford.

Paul Scholes adelantó a los 'Red Devils' a la media hora. Todo transcurría según lo esperado hasta que en el tiempo de descuento Costinha enmudeció el 'Teatro de los Sueños' con el gol del empate que clasificaba al Oporto.

El gol hizo tanto daño como las carreras por la banda y los aspavientos de Mourinho celebrando la gesta. Un Mourinho que también 'descubrió' la otra cara de Sir Alex Fergusson después de que el escocés se presentara en el vestuario del oporto con una botella de vino para felicitar al ganador. Para 'Mou', Fergusson pasó a ser desde aquel momento "The Boss".

Aquél duelo hizo que el técnico portugués dejara de ser indiferente para una afición que ahora solo espera que devuelva al United a lo más alto del fútbol mundial. El técnico se ha puesto ya a trabajar para conseguirlo y para hacer olvidar cuanto antes la decepcionante etapa de Van Gaal