Fútbol

Muere Umberto Eco, que tuvo una relación de amor y odio con el fútbol

Umberto Eco, escritor, semiótico y filósofo, fallecido este viernes, mantenía una relación de amor y odio con el fútbol

Umberto Eco ha fallecido este viernes

Umberto Eco ha fallecido este viernes / sport

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Umberto Eco, escritor, semiótico y filósofo italiano, fallecido este viernes a los 84 años de edad, mantenía una relación de amor y odio con el mundo del fútbol. Umberto Eco entendía que el fútbol "jamás" le había querido, pero, por contra también era muy crítico con los aficionados al fútbol.

El autor del best seller 'El nombre de la rosa', escribía en su libro de ensayos 'La estrategia de la ilusión' mostraba esta relación con el mundo del fútbol. "Esas familias arruinadas económicamente por ceder a insanas reventas en el mercado negro, esos entusiastas cegados por el estallido de un petardo celebratorio me llena de alegría el corazón. Soy tan partidario de la pasión fubolística como lo soy de las carreras, de las competiciones motociclistas al borde de los precipicios, del paracaidismo desatinado, del alpinismo místico, de la travesía de los oceános en botes de goma, de la ruleta rusa y del uso de droga", escribía Umberto Eco en "El Mundial y sus pompas", del libro de ensayos 'La estrategia de la ilusión'.

En este mismo ensayo, artículo publicado en el diario italiano 'L'Espesso' coincidiendo con el Mundial de Argentina de 1978, Umberto Eco escribió sobre los aficionados al fútbol lo siguiente: "Yo no odio el fútbol, yo odio a los apasionados del fútbol. No amo al hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si lo fueras. No es que a él no le importe nada que a mí no me importe nada. Es que no consigue concebir que a alguien no le importe nada. No lo entendería ni siquiera si yo tuviera tres ojos y dos antenas sobre las escamas verdes del occipucio".

Y añadía en otra cita: "El futbol no tiene nada qué ver con esa concepción del deporte. No en cuanto a los jugadores, que son profesionales sometidos a las mismas tensiones que un obrero en la cadena de montaje. Y tampoco en cuanto a los espectadores que se comportan exactamente como cuadrillas de maniáticos sexuales en las gradas”.