EUROCOPA DE FÚTBOL SALA

España, heptacampeona de Europa

España venció a Rusia en la final de la Eurocopa 2016 para recuperar el cetro continental, en un partido impecable en el que la profundidad de banquillo marcó las diferencias dando el oxígeno suficiente para mantener la lucidez los 40 minutos

La selección española celebró el título por todo lo alto

La selección española celebró el título por todo lo alto / sport

Alejandro Alcázar

España recuperó el cetro europeo al golear en la final a Rusia y obtener su séptimo título continental. Un broche de oro a un campeonato perfecto, de una selección que ejerció de equipo para ir tumbando rivales y ganar en el último obstáculo a un contrario enorme pese a lo abultado del marcador. La clave del encuentro estuvo en la precisión hispana en las finalizaciones, la concentración permanente y, sobre todo, a su profundidad de banquillo que dio el oxígeno necesario para ser un equipo lúcido del primer al último segundo. 

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Eurocopa de fútbol sala

3
7
Alineaciones
Rusia
Gustavo, Shayakhmetov, Romulo, Abramov, Robinho -cinco inicial, Vikulov (portero suplente), Sergeev, Kutuzov, Milovanov, Davydov, Pereverzev, Lyskov y Shakirov.
España
Paco Sedano, Ortiz, Mario Rivillos, Pola, Raúl Campos -cinco inicial-, Juanjo (portero), Jesús Herrero (portero), José Ruiz, Bebe, Andresito, Rafa Usín, Lin, Alex y Miguelín.

ROTACIONES. La tensión siempre está presente en una final y ambos equipos pusieron todo el alma y conocimiento para entrar con el pie derecho. Hicieron la misma propuesta, que corriera el balón con movimientos rápidos para salvar las presiones altas que plantearon. El peligro llegaba por las pérdidas, que provocaban situaciones al límite. El encuentro era como una partida de ajedrez, si España presume de recursos, los rusos no se quedan atrás. Una de los objetivos de José Venancio fue anular la salida de balón de Robinho, un malabarista que distribuye juego con mala leche, y lo consiguió con una vigilancia estrecha que acabó aburriendo a la referencia del equipo rojo.

El seleccionador español, perro viejo, sabe que esa escuela rusa de cambios en bloque era limitada, tres jugadores ante la ausencia de Lima, su pívot y goleador de cuna brasileña. Los futbolistas españoles reservaban oxígeno y Rusia consumía el que tenía, y poco a poco la lucidez que da esa reserva fue clave para marcar diferencias. La estrategia y los robos fueron claves. Los rusos bajaron su grado de concentración en defensa, dos goles de saque de banda, y su intensidad para salvar la presión, dos goles en sendos robos. Mientras que Sergei Skorovin jugaba con tres cambios, José Venancio López utilizaba seis, justo el doble. Un factor fundamental para romper el marcador en mil pedazos y más con esta España que si le concedes un metro te mata.

PULSO FINAL. El 4-1 al descanso daba la sensación de que Rusia había sido aplastada por España, pero no. Un rival que cambiaba mucho con los brasileños Rómulo y Robinho en el campo, a pesar de estar muy bien acompañados. Los hispanos también tiene más control con su segunda rotación, pero la capacidad de sacrificio y solidaridad sin balón es tan alta que incluso los mejores rivales parecen mucho menos. Es el espejismo del efecto ‘equipo’ ante el talento de cualquier rival. 

La ventaja de tres goles podía y debía ser suficiente, sobre todo tras venir de una semifinal en la que con el mismo marcador y encajar dos goles en minuto y medio. Por eso vimos una selección que no bajó el pistón, que quiso más y siguió echando un pulso a un contrario que necesitaba goles. Tanto que utilizó el juego de cinco a 13’ 37’’ del final y por fin utilizó tiró de un cuarto y un quinto hombre de refresco. Recursos de urgencia de Skorovin viendo que el título se le escapaba. El partido se rompió con cascada de ocasiones, lo que buscaba Rusia, pero que entre Sedano y los robos la ventaja incluso engordó con goles ‘desde casa’.  España supo mantener el tipo en defensa y cerró la final con una actuación impecable.