Maracaná, abandonado y en estado deplorable

Maracaná ha sido dejado a su suerte

Maracaná ha sido dejado a su suerte / EFE

Joaquim Piera

Maracaná, uno de los estadios más míticos del fútbol mundial, vive uno de los momentos más lamentables desde que fue inaugurado para el Mundial de 1950

Abandonado a su suerte desde hace meses a causa de una guerra abierta entre el Comité Organizador Río 2016, el consorcio privado que lo explota y el gobierno del Estado de Río de Janeiro, el que fuera el mayor estadio del mundo se ha convertido en un recinto fantasma.

La luz está cortada, no hay ningún tipo de mantenimiento, la suciedad se acumula y el césped, en medio de un verano con temperaturas que rondan los 40 grados, presenta un estado absolutamente degradado.

La Federación de Fútbol de Río de Janeiro (FERJ), que no es precisamente un modelo de gestión y de transparencia, ha lanzado un SOS, alertando que delincuentes habrían saqueado el recinto. Entre los objetos hurtados estarían televisores, extintores, mangueras y varios bustos históricos de bronce.

FERJ convocó una reunión de urgencia con los clubes cariocas para intentar poner un punto final a la situación de degradación, e instó al gobierno del Estado de Río que tomé medidas inmediatas para remediar la situación.

Maracaná fue reconstruido para albergar los grandes acontecimientos deportivos internacionales que ha organizado Brasil en los últimos cuatro años.

En 2013, se disputó la final de la Copa de las Confederaciones, cuando Brasil de Neymar barrió a España por 3-0, en 2014 fue la sede, por segunda vez, de una final de Copa del Mundo, con el triunfo de Alemania sobre la Argentina de Leo Messi (1-0). Ya en 2016, el estadio fue el escenario de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos.

Para adecuar el estadio, hubo una inversión pública que se acerca a los 500 millones de euros. Todo empezó a torcerse, cuando finalizaron los Juegos Paraolímpicos, el 19 de septiembre. El Comité Rio 2016 tenía que hacer las reparaciones necesarias para devolver el estadio en las mismas condiciones en que lo recibió. Sin embargo, el organismo encargado de la organización de los Juegos está en quiebra con deudas millonarias y se lavó las manos.

Paralelamente, el consorcio que gestionaba Maracaná, manchado por la corrupción de  la constructora Odebrecht, pidió la rescisión del contrato con el gobierno de Río de Janeiro. Y ahora, todo está en manos de la justicia. Mientras, no hay una resolución, todas las partes se han desentendido y han dejado desamparado la infraestructura.

En la recta final del Brasileirao 2016, Maracaná recibió hasta siete encuentro oficiales: cuatro del Flamengo, que estaba luchando por el título de Liga, dos del Fluminense, y uno del Vasco, que ha vuelto a la Serie B.

Para este 2017, los clubes cariocas están buscando ya otras alternativas para sus partidos como locales. El Botafogo administra el estadio Olímpico, el Vasco cuenta con el vetusto Sao Januario, el Flamengo está adecuando el estadio Luso-Brasileiro y el Fluminense procura recinto, porque la alternativa encontrada, el Giuliete Coutinho, quedó muy perjudicado por culpa de una tormenta con vientos huracanados. El Maracaná no está en los planes de nadie.