Champions League

Ibrahimovic, el niño rebelde, vuelve a Malmoe

El PSG juega el primer partido de la Champions League en Malmoe, la ciudad que vio crecer a la estrella del equipo parisino

Ibrahimovic ha regresado a Malmoe

Ibrahimovic ha regresado a Malmoe / sport

Albert Masnou

“Me trae muchos recuerdos jugar aquí, en Malmoe, pese a que nunca gané ningún trofeo”.  El sueño de Zlatan Ibrahimovic se cumple el martes con la visita del PSG a la ciudad sueca en la que el delantero debutó como profesional allá en el 1999.

El lunes mismo, después del último entrenamiento, pudo reencontrarse con muchos de los trabajadores del club que todavía permanecen en la entidad. Era el agradecimiento a una etapa de formación en la que Ibrahimovic no era un chico fácil (ni lo es ahora) debido a su carácter y a sus condicionantes familiares.

En su propia biografía (sensacional), Ibrahimovic cuenta, sin descuidarse ni un detalle, las locuras que cometió en una infancia como robar bicicletas para poder ir a entrenar, los problemas con el alcohol de un padre marcado por la guerra de su país, los de la droga con uno de sus hermanos y un entorno muy poco sueco.

Instalado en las afueras de Malmoe, Ibrahimovic creció en Rosengard, a 10 km en bicicleta de la ciudad, rodeado de gente de los Balcanes en un  barrio sin ninguna gracia. Vivía con su madre, con sus tres hermanos y con los tres hijos de la primera relación de su madre. “Aquí los padres beben y cada uno vive dentro de la violencia y la miseria porque poco más pueden hacer. Zlatan no es sueco. Ni bosnio. Ni croata. Zlatan ha roto con todos los esteriotipos suecos. Por eso su carrera nunca fue al uso”, declara Ivan Kurtovic, un entrenador suyo de los 10 años en el FK Balkan. 

Los inicios de Zlatan fueron turbulentos porque nunca encontró su sitio en el mundo hasta que apareció el  Malmoe. “A los 16 años su físico cambió hasta convertirse en un mostruo. Era muy alto y cada vez era más atlético”, recuerda Ola Gallastad, entrenador asistente del Malmoe. Recuerdan allí muy bien el primer día de Zlatan en el Malmoe donde todos los jugadores debían presentarse.

“El entrenador se ha presentado y cada uno de nosotros tenía que hacerlo. Decíamos esto de que me llamo Juan y estoy muy contento de jugar aquí. Hasta que apareció Zlatan. Fue así: “Mi nombre es Zlatan y acordaros de mi cara porque voy a convertirme en el mejor jugador del mundo”, relata su compañero Rune Smith que indica que “era él solo un circo, era vacilón, divertido, y un provocador nato”.

Tuvo problemas con muchos de sus compañeros porque la cultura sueca no entendía su manera de funcionar, su punto rebelde, indomable, faltón y mal educado. Hasse Mattison, capitán de ese equipo, lo ve así en unas declaraciones a Javier Pietro-Santos de So foot. “Cuando el entrenador decía, venga chicos a entrenar, él nunca obedecía, seguía a la suya, charlando, poniendo música. Como capitán me tuve que encarar a él para intentar cuadrarlo pero lo cierto es que no lo conseguí”.

Zlatan siguió con su trayectoria en el Malmoe hasta empezar a despertar el interés de algunos entrenadores.

Leo Beenhakker fue quien más insistió hasta lograr su fichaje. El Ajax pagó 8 millones de euros, el traspaso más caro de la historia del fútbol sueco con lo que Ibra acabó salvando al club de una bancarrota porque los problemas económicos estaban dejando al Malmoe en una delicada situación. Desde entonces, el club volvió a remontar el vuelo hasta clasificarse para la máxima competición continental.