Los motivos de la resurrección de Ferrari

Ferrari funcionó como una piña en el GP de Australia

Ferrari funcionó como una piña en el GP de Australia / afp

Josep Viaplana

Josep Viaplana

La extraordinaria victoria de Sebastian Vettel en Melbourne ha constatado los enormes avances que ha hecho Ferrari durante los últimos meses. En los test de Barcelona ya hicieron el mejor tiempo a una vuelta y también fueron los más rápidos en simulacro de carrera, con lo que ya se esperaba que fuesen competitivos en Australia.

Con la marcha de Fernando Alonso a finales de 2014, emprendiendo una nueva revolución en su staff, que se truncó con la fuga de James Allison, que precisamente ha acabado recalando en Mercedes, y los resultados de 2016, muy por debajo de las expectativas y viéndose superados también por Red Bull, en Ferrari estaban sumidos en una crisis profunda de credibilidad. Cinco meses después, por el contrario, se presentan como candidatos al título tras ganar la primera carrera del año con solidez.

Sebastian Vettel ha pasado de villano a héroe nacional y Mattia Binotto, que hace un par de años era el segundo del departamento de motores y ahora es el director técnico, el salvador de la patria. Uno se pregunta ahora si el éxito de Ferrari el pasado domingo fue flor de un día o no, es decir, si podrán seguir plantándole cara a Mercedes o no en los próximos grandes premios y si son posibles candidatos al título.

“El año pasado fue difícil, pero ahora tenemos un coche muy bueno y hemos ganado. El día de mañana ha de verse, pero hoy hemos ganado”, apuntó Jock Clear, que es el jefe de ingenieros de la Scuderia y que llegó en 2015 procedente de Mercedes. “China será diferente, seguramente, pero es verdad que el coche es muy bueno y que el equipo ha progresado mucho. El coche de este Gran Premio es muy diferente al de Abu Dhabi, así que tenemos que continuar en esta línea”.

El Ferrari fue el mejor coche en Melbourne, a los mandos de Vettel, sobre todo porque demostró una extraordinaria capacidad para gestionar las ruedas y su degradación. Ahí estuvo una de las claves. Otra, inevitablemente, las facilidades de Mercedes. Hamilton paró demasiado pronto y se metió en tráfico, lo que aprovechó el alemán para superarle después de parar siete vueltas más tarde (17 a 23) y en este punto fue determinante Max Verstappen, que no dejó ni un hueco al inglés en su desesperado intento por pasarle.

Falló Mercedes, empujados por las lamentaciones de Lewis de que no tenía adherencia en las ruedas, pero ello no puede menospreciar el potencial de Ferrari. En 2016 la diferencia entre Hamilton y Vettel, el primer Mercedes y el primer Ferrari, primero y tercero en la parrilla respectivamente en Melbourne, era de ocho décimas en el GP de Australia. Este año fue solo de dos. Es otra prueba de la mejoría que ha experimentado el bólido de Maranello.

La clave de esta resurrección de Ferrari ha estado también en el perfil bajo que han adoptado este invierno, lejos de las declaraciones grandilocuentes que nos tenían acostumbrados sus dirigentes. Los ingenieros han podido trabajar y desde el primer momento se vio como el SF70H era un coche muy atrevido aerodinámicamente, que respondía bien a cualquier cambio en la puesta a punto y que la unidad de potencia, además de fiable, había mostrado progresos importantes en cuanto a rendimiento. Tres años de experiencia con los V6 híbridos les ha permitido sacar más potencia y las diferencias con el motor Mercedes se han reducido mucho.

Aún hay que esperar para confirmar que la posición de Ferrari sea algo más que fuegos artificiales, pero todo indica que la base es sólida y que pueden plantar batalla. El GP de China, el próximo 9 de abril, la primera carrera en un circuito ‘normal’, nos empezará a sacar de dudas.