OPINION

Tito Vilanova: Ante todo,un padre preocupado

Josep Capdevila

Cualquiera que me siga un poco por las redes sociales y tenga algo de memoria, recordará que en ocasiones fui crítico con Tito Vilanova. Lo fui por cuestiones estrictamente deportivas y solo expresando una legítima opinión, porque es evidente que en ningún caso podía discutirle aspectos tácticos que él dominaba mucho mejor que yo.

Sin embargo, por encima de mi posible opinión, hay cosas que no se pueden esconder. Y no podemos esconder que Tito Vilanova tuvo mucha parte de culpa en el éxito del equipo que más ha hecho disfrutar a los barcelonistas. El era mucho más que el ayudante de Pep Guardiola. Era su persona de confianza, con quien podía discutir cualquier aspecto táctico. Y, por si fuera poco, parece más que demostrado que él era el encargado de las jugadas de estrategia del equipo. Y todo eso sin escatimar ni una hora de trabajo, ni de sacrificio.

Pero había, para mi, algo mucho más importante que el Tito técnico o entrenador de fútbol. Era el Tito Vilanova persona. Siempre que hay un entrenador nuevo o un presidente nuevo, el Barça tiene la costumbre de llevarlo un día a la redacción de los principales medios de comunicación de Barcelona para tener una charla distendida e informal con los responsables de cada medio. Y cuando fue nombrado entrenador del primer equipo del FC Barcelona, Tito Vilanova vino a SPORT.

Sin grabadoras ni nadie que tomara notas, pudimos hablar de todo; su idea futbolística, su opinión sobre algunos jugadores, su relación con Mourinho... Fue una charla agradable que me sirvió para que me demostrase dos cosas. La primera, que vivía el fútbol con una gran pasión. Y la segunda, que antes que entrenador era, ante todo, un padre preocupado. Su hijo, Adrià, lleva unos años en el fútbol base del Barça. Está ahora en el juvenil B y, a priori, con opciones de subir la próxima temporada al juvenil A. Y ese día, en el que si la conversación hubiese sido una entrevista nos habría dado interesantes titulares periodísticos, cuando ya acabábamos, Tito quiso decirnos una cosa. "Respeto y comprendo vuestro trabajo, pero hay una cosa que sí que os quiero pedir. Por favor, que dejeis a mi hijo al margen de todo esto".

Tito, como cualquier padre, tenía como principal objetivo proteger a su hijo. Sabía que tenía futuro en el Barça, pero que su apellido le podía suponer más una losa que un beneficio. Y por eso, esa era su máxima preocupación, que su hijo pudiese crecer como persona y como deportista con total tranquilidad y sin ser el foco de atención de los medios de comunicación.

Ese día, Tito se ganó un 10 y mi admiración como persona. Y, francamente, ojalá hubiese tenido más tiempo para estar en el banquillo del Barça, porque seguro que me habría acabado tragando todas mis críticas.