El estímulo de Pep y la pasión de la Liga

LA CHAMPIONS acapara casi toda la atención. Las semifinales esperan con invitado de lujo: el Bayern Múnich con Pep Guardiola al frente. Casi nada. Pero eso será dentro de poco más de una semana. Hasta entonces, hagamos caso a Luis Enrique y centrémonos en sumar los seis puntos frente a Getafe y Córdoba.

El sorteo de la Champions generó una dosis de adrenalina brutal, pero el deseo de la reconquista de la Liga no debe pasar a un segundo plano. El Real Madrid no perdona y, aunque sea ofreciendo una imagen de lo más irregular, suma y sigue en campos que tampoco son fáciles como en Balaídos. Y el eterno rival solo está a un partido. El liderato de la Liga debe ser valorado y defendido como tal. Nadie regala nada y basta con un pequeño tropiezo para perder todo aquello que se ha ganado durante los ocho meses previos.

El estímulo que supone el regreso de Pep Guardiola al Camp Nou puede convivir con la pasión de la reconquista liguera. La ambición de la plantilla del Barça debe abarcar la lucha por el triplete, un reto que se resiste desde la etapa gloriosa con Guardiola en el banquillo culé.

Soñar con eliminar al Bayern y adjudicarse una de las plazas para la final de Berlín es absolutamente lícito, pero si el Barça pelea por el cetro europeo luciendo el título de liga, mucho mejor. Por ejemplo, desde ayer, es algo que ya ha logrado el próximo rival europeo.