Calma tensa e indulto temporal

Los grupos de animación demostraron su malestar con el equipo en los minutos previos

Los grupos de animación demostraron su malestar con el equipo en los minutos previos / JAVI FERRANDIZ

Sergio Vera

Sergio Vera

Ir al Palau a ver el Barça Lassa-Estrella Roja se convirtió durante la tarde de ayer en una auténtica cuestión de fe. Fe en la historia, fe en unos colores o fe en el baloncesto porque La fe en el equipo de Bartzokas sigue estando bajo mínimos. “Hoy estamos en el Palau porque por encima de todos está el escudo y nuestro club”, apuntaron unos ‘Dracs’ bajo mínimos y en silencio sepulcral hasta el inicio del encuentro. La incesante lluvia que cayó sin descanso en las calles de Barcelona tampoco eran, ni mucho menos, un aliciente. Más bien todo lo contrario.

Los azulgranas se presentaban ante los suyos por primera vez como equipo matemáticamente eliminado y tras caer en Madrid ofreciendo una imagen fiel a lo que ha sido el equipo esta temporada: una nave casi a la deriva.  Y esta vez el panorama volvía ser entre precario y desolador. Un dato: Con Tomic sancionado, 4 de los 6 pívots del equipo vieron los toros desde la barrera. Y ayer, asumiendo la propia debilidad del equipo, los azulgranas sí estuvieron dispuestos a competir.

“¿Hasta cuándo va a durar la broma?”, rezaba una pancarta desplegada por ‘Sang Culé’ entre silbidos durante la presentación del equipo. Pocos se atrevieron a sacar el pañuelo de buenas a primeras pero algún que otro socio no dudó en levantarse en señal de protesta. La calma tensa reinó hasta el inicio del partido.

Unos a la espera de saber cómo respondería su vecino de butaca, otros sin más pretensión que la de asistir a un partido como el que va al teatro pero todos ellos a la espera de saber cómo respondería un equipo al que se le van acabando las balas para regenerar la ilusión de los suyos. Un único mensaje flotaba en al ambiente. “Solo les pedimos competir”, explicaban unos jóvenes aficionados. Mientras medio Palau esperaba en silencio, la otra mitad se encargaba del ruido en las gargantas de una numerosa legión serbia dispersos en territorio azulgrana, luciendo sin tapujos sus colores y celebrando cada canasta de los suyos como si estuviesen en el mismísimo Kombank Arena.  

Sin embargo, el ánimo de los balcánicos fue decayendo a medida que los de Bartzokas fueron creciendo durante el partido. Posiblemente en uno de los días en los que la estructura del equipo sufría dee inicio más que nunca se vieron algunos brotes verdes a base de algo tan elemental como el compromiso con una camiseta. El Palau, a día de hoy y visto lo visto, ya se conforma tan solo con ver luchar a los suyos. Es el mínimo exigible.