LA PAÑOLADA

Viva la involución

Quieren hacer historia

Quieren hacer historia / sport

ERNEST FOLCH

¿Estamos soñando? Hay que frotarse los ojos ante la doble y bestial exhibición de fútbol contra el Madrid y la Roma en apenas 72 horas de diferencia, dos partidos que deberán enmarcarse en un museo donde ya coleccionamos muchas obras de arte. La sorpresa mayúscula de estas dos portentosas acuarelas del fútbol no ha sido la victoria, previsible incluso en el caso del Madrid, sino la manera sublime con que han sido pintadas. Si echamos la vista atrás, veremos que llevábamos meses en los que la opinión publicada advertía unánimemente que el juego del Barça había evolucionado o directamente había cambiado y que el tan cacareado juego directo había sustituido al viejo, horizontal y pasado de moda juego de toque de siempre.

Los propios jugadores verbalizaban ya sin pudor que teníamos que acostumbrarnos a otro tipo de juego, discurso que había iniciado el entrenador y seguía incluso el presidente. Hasta que, mira tú por donde, llega el clásico y con Messi lesionado, Luis Enrique opta con gran valentía por Sergi Roberto y un centrocampismo radical que sólo se había visto en aquella famosa final del Mundial de clubs de la era Guardiola en la que solo jugaron centrocampistas. El resultado de esta nueva apuesta es que el Barça sometió sin piedad primero al Madrid y después a la Roma a partir del balón y tras varios rondos monumentales que culminaban con las picadas mortales de Neymar, Suárez y Messi. Es decir, ha sucedido algo tan maravilloso como sorprendente: de repende ha aparecido el Barça más puro, más sutil pero también más clásico. Los evolucionistas preveían un desprendimiento progresivo del llamado viejo estilo, con menos posesión y más juego vertical. Pues no tanto. Estamos más bien ante un estupendo regreso al estilo de siempre, que nos acerca a nuestras propias esencias. Y es que en el Barça, por muchas vueltas que algunos le den, solo hay un camino para llegar a la perfección. Es el que está escrito desde que Cruyff se sentó en el banquillo. Viva la involución.