LA PAÑOLADA

El Rey del fútbol

Florentino esta vez ya no se ha escondido bajo ninguna obra de ningún lavabo

Florentino esta vez ya no se ha escondido bajo ninguna obra de ningún lavabo / sport

Ernest Folch

Solo un país como España es capaz de convertir la vulgar designación de una final de Copa en un trepidante asunto de Estado. Parece una broma, pero no lo es: el anuncio de la sede de la final del 30 de mayo ha tenido infinitamente más eco que el nombramiento de la sede de la final de la Champions. Por supuesto, nada de lo que ha rodeado esta decisión ha tenido que ver con el fútbol, sino con todo lo demás. La paradoja es que la importancia deportiva de la Copa es inversamente proporcional a su importancia política: ganarla no supone casi nada, y menos para el Barça, a quien por sí sola no le salvaría la temporada, pero en cambio organizarla parece que tiene consecuencias sociales de primer orden. Aparentemente, en el centro de la polémica están los silbidos, que tienen pinta de ser con mucha diferencia lo más interesante de la final: a este ritmo, nadie prestará atención a lo que pase a partir del momento en que el árbitro silbe el inicio de partido, claramente en un segundo plano. Pero donde está el nudo de la cuestión es curiosamente donde más silencio hay, es decir, en esta sibilina, oscura y maquiavélica negativa de Florentino, que esta vez ya no se ha escondido bajo ninguna obra de ningún lavabo. Porque esta Copa que de repente no quiere la Casa Blanca se ha disputado en Madrid en 63 ocasiones, y entre el 1947 y el 1980 llegó al récord de 31 sobre 34 posibles finales. Pero curiosamente ahora, cuando la elección del Bernabéu debería ser un imperativo geográfico es cuando se niega por razones, estas sí, estrictamente políticas, irónicamente por los que dicen que no hay que mezclar el fútbol con la política. Y lo surrealista no es que no se dispute en Madrid, sino que un presidente pueda decidir que no se disputa en Madrid. Al final, la Copa del Rey ha puesto de manifiesto quién reina de verdad en el fútbol español y qué intereses políticos se mueven por detrás. Cosas de la vida: el torneo más descafeinado servirá al final para destapar la verdad más interesante.