"Pido perdón por jugar a fútbol y amar este deporte"

Pido perdón por jugar a fútbol. Pido perdón por tener imaginación y hacer cosas fantásticas con la pelota. Por supuesto pido perdón por driblar reiteradamente a mis rivales y marcar goles imposibles. Pido perdón por disfrutar y amar este deporte”. Así empezará un día no muy lejano la carta que Neymar se verá obligado a leer delante de un tribunal inquisidor cuando se le acuse y condene ya formalmente por humillar a sus rivales, ir contra la ética del fútbol y menospreciar a la raza humana. Porque más o menos es lo que vino a decir el presidente del Athletic de Bilbao cuando, tras el partido del miércoles en el que el jugador azulgrana recibió unas cuantas trastadas, dijo: “Neymar a veces invita a eso”. Suponemos que “eso” es el eufemismo de “ser pegado”, aunque, eso sí, todo es sugerido, nunca explicitado. Aduriz fue un poco más allá, cuando preguntado sobre la jugada en la que las cámaras demuestran que pisa a Neymar, concluyó: “No me gusta su actitud sobre el campo”. 

Y es que estamos ante un caso sin precedentes en el que la víctima de las patadas es convertida en verdugo, en una inversión de papeles que solo se explica por este código cuartelario que todavía rige el fútbol según el cual se puede pegar lo que se quiera pero nunca se puede driblar en exceso. Hay incluso quien llega a publicar que Neymar es víctima de la violencia que él mismo ha generado. Pues bien, habrá que empezar a decir basta, y habrá que decirlo en voz alta. Basta de justificar la violencia. Basta de perseguir al artista. Basta de permitir declaraciones que, estas sí, son el caldo de cultivo de la auténtica violencia. Y quien debe decir ‘basta’ no son solo los jugadores, aficionados y periodistas que asisten atónitos a la criminalización del futbolista de talento. Debe también decir ‘basta’ el Barça y decirlo oficialmente desde el club. En nombre de Neymar. En nombre del Barça. En nombre del fútbol.