Palabra de director

Messi, triturador de debates

Messi quiere seguir disfrutando muchos años en el Barcelona

Messi quiere seguir disfrutando muchos años en el Barcelona / sport

Ernest Folch

Un partido como el de ayer abriría en otro tiempo multitud de debates. En los tiempos del villarato, se hubiera generado toda una industria de la indignación: hubo dos tarjetas rojas, una de ellas consecuencia de un penalti que no era por fuera de juego de Busquets y un gol que nació de una posición ilegal de Neymar. Ahora habrá algún programa especial, cuatro tuits desesperados y algún intento artificial de diluir la superioridad del Barça en una especie de vaga confabulación de ayudas arbitrales. No hay nada como un árbitro para ayudar a canalizar libremente las frustraciones. Sin embargo, y vista la superioridad del Barça, no parece que esta vez vayan a tener demasiado éxito las teorías de la conspiración más allá de los que las necesitan para tapar sus fracasos. 

Del mismo modo, la clásica tendencia culé al pesimismo encontraría en los penaltis fallados un motivo de autoflagelación. Porque lograr fallar 10 penas máximas de 18 intentos es una estadística propia de un equipo de cadetes en crisis más que de la mejor delantera del mundo. El lanzamiento más fácil del fútbol se ha convertido en la kriptonita del mejor trío de delanteros de la historia, una paradoja tan inexplicable como cómica. En otro momento se organizarían comités de crisis y el tema de los penaltis se convertiría en un asunto de estado, pero en el Barça de hoy todos los debates mueren donde empieza Messi. Un partido más, como quien cumple una rutina casi aburrida, Messi se comió todos los debates de golpe, porque donde está Messi ya no hay espacio para más. Ayer tuvo tiempo de ir sirviendo regalos a Neymar y a Suárez, pero en el momento de la verdad no tuvo demasiadas contemplaciones en sentenciar el partido por la vía directa. La facilidad insultante con la que consiguió ayer el hat trick 35 de su carrera pone de manifiesto que incluso en el tridente hay clases. Messi es al final mucho más que un gran jugador: es un elegido que hace lo que le da la gana cuando le da la gana con quien le da la gana. Y no solo tiene la virtud de acabar con sus rivales. Es capaz además de triturar todos los debates.