Palabra de director

El mejor fue Manel Vich

Manel Vich recibió a SPORT en su casa en diciembre de 2012

Manel Vich recibió a SPORT en su casa en diciembre de 2012 / sport

Ernest Folch

Desde que salió del socavón, el Barça juega siempre el mismo partido, como si estuviera esculpido con el mismo molde. El patrón se repitió ayer una vez más: saltó al campo medio dormido, y realizó, igual que en los últimos tres partidos, una primera mitad lenta e indolente. Tras el descanso apretó y en el acelerón, como siempre, cayeron los goles. Cierto, el Barça jugó ayer con el resultado y mirando el marcador, pero en algunas fases era tan descarado que sonaba a pura especulación, y por cierto bastante peligrosa. La buena noticia es que se ha recortado una jornada más y que ahora ya queda todavía más claro que esta Liga solo puede ganarla o regalarla el Barça. Queda también la tranquilidad de certificar que Messi sigue siendo letal, aunque sea en esta posición singular de ‘quarterback’, desde la que abre en canal la defensa rival con su impresionante bisturí: es algo así como el preludio de la última mutación que prepara el genio. La mala noticia es que el equipo dio ayer la extraña sensación de que a menudo le sienta incluso mejor jugar sin pelota que con ella, algo inédito en el Barça moderno. Incluso había jugadores que parecían aumentar la intensidad y el rendimiento cuando la perdían para poder recuperarla. Habrá que esperar a más partidos para comprobar si se ha colado el virus del ‘cholismo’, es decir, que todo vale para ganar, o por contra se trata de un efecto circunstancial sin más trascendencia. 

LA VOZ QUE NOS EXPLICABA. Pero cuando un partido solo merece ser recordado por los 3 puntos, el mejor hay que buscarlo en otra parte. Y el mejor ayer fue Manel Vich, y su emocionado recuerdo, que presidió el partido desde el primer minuto. Solo en el Barça, donde todo es susceptible de adquirir una trascendencia sobrenatural, puede suceder que una simple y maravillosa voz de megafonía se convierta en una de sus imprescindibles señas de identidad. Porque Manel Vich no cantaba alineaciones sino que en realidad las explicaba, y su voz preciosa y limpia fue el cordón umbilical que unió a varias generaciones de barcelonistas, en la victoria o en la derrota. El Barça deberá pensar muy bien cómo llenará su hueco, es decir, cómo nos explicaremos a nosotros mismos.