LA PAÑOLADA

En defensa de Neymar

Neymar fue el mejor en el Calderón

Neymar fue el mejor en el Calderón / sport

Ernest Folch

Pues sí, parece que preocupa que vuelva el Barça. Solo así se explica que la exhibición azulgrana en el Calderón se haya intentado transformar en un debate perverso sobre las presuntas provocaciones de Neymar. Desde los tiempos en que la ‘central lechera’ intentó, a dictado de su amo, que las maravillas del mejor equipo de la historia quedaran tapadas por inexistentes ‘villaratos’, los éxitos del Barça deben permanentemente sembrarse de sospechas. Los mismos que maquillan el combate de boxeo que Cristiano protagonizó en Córdoba con el objetivo conseguido de que se rebajara la sanción a solo dos partidos, acusan ahora a Neymar de algo inaudito: el culpable es el agredido, y no viceversa.

El partidazo monumental del brasileño del pasado miércoles se esconde ahora bajo una polémica cuartelaria, que pretende hacernos creer que sus caños, dribblings y fantasías están hechas en realidad para humillar al contrario, un triste argumento que no es nada más que una justificación descarada de la violencia. Porque lo único escandaloso que vimos en el Calderón fue el juego sucio del Atlético, al cual demasiadas veces, por admiración a su entrenador, se le toleran y justifican actitudes inadmisibles. Media España se llena la boca de condenas a la violencia, pero resulta que cuando un jugador como Neymar es cazado a diestro y siniestro la culpa no es de los que le dan patadas sino de su manera de jugar.

¿En qué código de macarras está escrito que no se pueden lanzar caños y jugar bien al fútbol? ¿De dónde sale este reglamento paralelo que algunos se sacan de la manga para justificar sus fracasos? A Neymar lo único que se le puede pedir es que no haga ni caso de las entradas y que aprenda de Messi, que con su actitud de indiferencia absoluta hace ver que el defensa ni existe. Pero todas estas campañas muy bien teledirigidas no lograrán empañarnos la fiesta: el barcelonismo está de celebración porque asiste al nacimiento de una gran estrella. Ladran, luego cabalgamos.