Sobre el terreno

Zubizarreta acepta el reto de Marsella sin cambiar de mar

Zubizarreta es el nuevo Director Deportivo del Marsella.

Zubizarreta es el nuevo Director Deportivo del Marsella. / sport

Emilio Pérez de Rozas

Anda que no le has dado vueltas. Un montón de noches sin dormir, cientos de horas de charla con los tuyos, con Ane, claro, con los jóvenes porteros, pero de grandes manos y mejor visión entre los palos, Markel y Luken, y con la jovencita Jone, que ahora estudia en Madrid. Pero, al final, te has decidido. Te vas. De momento, te buscarás un pequeño apartamento en Marsella, puede que con vistas al Mediterráneo que tanto te ha cautivado, aunque nada como Bilbao, desde luego. Más tarde, cuando hayan pasado las semanas más frenéticas de los últimos años (o, tal vez, de tu laureada y agitada vida) encontrarás una casa, no muy grande, pues los tuyos no están para viajar demasiado, donde estar con Ane. Total, hay un AVE que tarda cuatro horas de Barcelona a Marsella.

Ese milmillonario norteamericano de Boston, la ciudad de los Kennedy, Frank McCourt, tan listo como para vender Los Angeles Dodgers, equipo mítico del béisbol USA, por 2.150 millones de dólares, comprar el Olympique de Marsella, fichar al técnico francés Rudi Garcia y contratarte como Director Deportivo o Director de Fútbol, todo en tan solo una semana, cree haberte convencido con su proyecto, sí: prometedor, entusiasta, científico, eficaz como todo lo americano, vibrante, tentador y real.

Lo que no sabe ‘mister’ McCourt, aunque ya lo averiguará por la pasión y entusiasmo que pones en todo lo que haces, es que has sido tú quien te has convencido a ti mismo del reto. Lo necesitabas ¿a que sí? Desde que te despidieron del Barça (no seguiremos hablando de ello ¡qué dolor acumulaste!), te has pasado los días, semanas y meses hablando con los tuyos, que ya no son tantos (ni los necesitas), de fútbol. Y, al final, después de muchas charlas con equipos que te tantearon sin demostrarte auténtico cariño (y necesidad), aparece ‘míster’ McCourt se instala unos días en París, te entrevistas con él y firmas. Y, al día siguiente, tu Olympique empata en el 

palacio del París Saint-Germain. ¡Ya se nota tu mano, amigo! ¡Que te vaya bonito! Vuelve cuanto antes, por favor. Ya te echo de menos.