SOBRE EL TERRENO

¿Por qué cuesta tanto explicar las derrotas?

Orenga, en una rueda de prensa durante el pasado Mundial

Orenga, en una rueda de prensa durante el pasado Mundial / sport

Emilio Pérez de Rozas

Dicen que el primero que lo dijo fue John F. Kennedy, aunque algunos también le atribuyen la magistral frase al mismísimo Napoleón. Bueno, lo cierto es que “la victoria tiene muchos padres, mientras que la derrota es huérfana” es un gran dicho.

   

Viene la frase a cuento de lo difícil que es explicar la derrota, las derrotas, la caída, el desastre, el fracaso. Cierto, hay fracasos y fracasos. Pero ahora, a la hora de ponerme a redactar esta maravillosa contra para ustedes (y para mí, pues el primero en leerla al día siguiente soy yo, se lo juro), pienso concretamente en tres desastres casi seguidos: uno la temporada del Tata Martino; dos, el descalabro de España en el Mundial de baloncesto y, tres, la eliminación, con descenso a las catacumbas del tenis mundial, del equipo español de Copa Davis.

   

No oí explicaciones de Martino al desastre de la pasada temporada. Es más, sí he leído, toda una serie de excusas lamentables que ha ido soltando en distintas y aisladas entrevistas por el mundo tras su despedida. Hasta que, al final, manda narices, va y se extraña de que no le conociéramos. Pues qué mala suerte, Tata, que mala suerte, pero, no, no lo conocíamos. Incultos que somos.

Lo de Orenga aún es peor. Primero se queda, luego el presidente dice que no es leal culparle y, luego, se va él. Es evidente que la manera en que España preparó el partido ante Francia (ahora nos hemos enterado que Marc Gasol llevaba dos días sin dormir esperando la llegada de su hijo; lo entiendo, pero…..) es para que el seleccionador, que se mostró incapaz de reaccionar, dimitiese. Lo dejase.

   

Y sobre la historia de la Copa Davis, es evidente que la ausencia de las grandes estrellas, por lo que sea, ha hecho que Carlos Moyà, que tampoco fue un tipo dispuesto a darlo todo por España, tuviese que pasar el trago con jugadores menores.

   

Perder no gusta a nadie, pero los derrotados harían bien en explicarlo o, como mínimo, tomárselo con la alegría que se lo tomó Marc Márquez el pasado domingo. Tras la derrota ante Valentino Rossi en Misano, al día siguiente se fue a correr al rancho del ‘Doctor’ “porque me había comprometido y, además, ¡qué caray!, me había ganado con todas las de la ley”.