SOBRE EL TERRENO

Por fin Pedro cuenta toda la verdad

Pedro, en su despedida del Barça

Pedro, en su despedida del Barça / sport

Emilio Pérez de Rozas

"Lo más fácil era quedarme aquí, no jugar, ganarlo todo y salir en la foto". La frase de Pedro no solo es perfecta, redonda, cierta, contundente, reveladora, definitiva, también es sincera. Pero voy a ser políticamente incorrecto: llega tarde. Como la despedida del campeonísimo canario. No tiene sentido que, después de todo el cacao que se organizó, de este interminable lío que hemos vivido a lo largo de este calurosísimo verano, la despedida de Pedrito se produzca después de que haya debutado con el Chelsea, goleado (un poquito de chiripa sí tuvo) y ser asistente del segundo gol.

A mí, la verdad, esa frase me parece transparente, cristalina, pero tardía. Si la hubiese dicho antes, tal vez cuando el novato Robert Fernández se fue, inoportunamente, de la lengua (pero tenía razón, decía la verdad, la única verdad: Pedro pidió irse, quería irse, se ha ido porque ha querido, porque lo pidió), todos lo hubiésemos entendido todo. Incluso los compañeros que ayer, como no, acudieron en masa (esposas, compañeras e hijos incluidos) a la despedida del canario. Eso sí, ninguno de ellos le cedería la vez en la alineación titular del Barça, dejaría que jugase él en su lugar. Ninguno, fijo.

Por supuesto que al Barça, perdón, a las cuentas de la nueva directiva, le va de perlas hacer caja con Pedro. Por supuesto que Luis Enrique sabe que no tiene sustituto para semejante portento. Por descontado que el 'mister' culé es incapaz de engañar a Pedrito y decir, quien sabe, tal vez, lo que le prometió José Mourinho. Y, claro, como no, sus compañeros tampoco querían que se fuera, pues más de un título, prima y toneladas de prestigio se lo deben a sus goles.

Pero... pero Pedro quería irse. Y punto. Lo dice ahora, qué mala suerte. Pero quería irse. Es más, se fue. Él y el Barça hubiesen podido decirle “no” al Chelsea, al M. United, a todo el que viniese a por él. Pero Pedro quería irse. Lo contó Robert. Que le vaya bonito. Es más, ya le va. No quería ser el jugador nº 12 del mejor equipo del mundo. Y hace bien. Pero debió decirlo antes. Cuando todos mareaban la perdiz y él vivía en silencio, que solo rompió cuando alguien dijo la verdad.