SOBRE EL TERRENO

Mascherano, uno de los nuestros

Emilio Pérez de Rozas

"ME GUSTA porque es de los que nunca se rinde, porque es sincero y honrado con su profesión, porque es honesto consigo mismo y con los demás. Por eso me gusta y por eso me duele que se haya lesionado".

Este fue el comentario que me hizo, nada más regresar de París, uno de los componentes del cuadro técnico del Barça. Yo solo le había enviado un mensajito lamentando la lesión de Javier Mascherano, por quien siento una enorme admiración (sin conocerlo personalmente). Y, como respuesta, recibí este párrafo tan clarificador, tan transparente, tan cierto.¡

Mascherano, aquel muchacho que renunció a un montón de miles de euros (por no decir algún que otro millón) para venir al Barça cuando, en realidad, no lo necesitaba pues ya estaba en un grande e histórico, es el mismo que el día que golean, arrollan, arrasan y eliminan al Milan sale del Camp Nou con el ceño fruncido porque un error suyo (o eso creyó él) pudo dar al traste con la proeza.

Pero Mascherano es mucho más. Por ejemplo, fue el hombre que descubrió ese mismo cuadro técnico, entonces liderado por Pep Guardiola, para entregarle la responsabilidad de aparecer en la sala de prensa de la Joan Gamper los días que el vestuario necesita que su discurso llegue a la afición nítido, claro, motivador, descriptivo, futbolero, profesional, culé.

Estamos delante de alguien que jamás, jamás, jamás, se ha quejado de nada, ni siquiera de haber llegado al Barça como uno de los centrocampistas más imponentes del mundo y aceptar, inmediatamente, convertirse en un polivalente multiusos en la zaga azulgrana. Y, además, cumpliendo de maravilla cuando, insisto, todos sabemos que él es centrocampista. Y todo lo hace con una sonrisa en la boca, orgulloso de lucir esa camiseta (por eso renunció, incluso, a mucho dinero) y sabedor de que es ahí donde le necesita el equipo.

No diré que los demás no sean así, pese a que tengo pruebas de que algunos no lo son. Pero sí quiero hacer notar, el día que este gladiador cae herido, que es uno de los nuestros. Y grande. Inmenso.