SOBRE EL TERRENO

No lucirán, pero tienen un corazón inmenso, campeón

Emilio Pérez de Rozas

HAN SIDO ELEGIDOS para hacer historia. Han sido llamados para ganar esta Liga y quién sabe si algo más. Han nacido para coronarse ‘reyes’ en medio del poderío, los millones y las estrellas de los firmamentos blaugranas y blanco. Son ellos, se llaman Atlético, pero son el ‘ejercito’ del Cholo Simeone, que, anoche, como cada noche de desesperación, de necesidad, en el minuto 60, con 0-0 en el marcador, pedía al público que animase, que llevase a su equipo en la ‘sillita del rey’, entrecruzando sus brazos y convirtiéndolos en la catapulta sobre la que se proyecta su equipo, que no su juego, que lucen poco, casi nada, pero va sobrado de entusiasmo, ganas, deseos, necesidad.

Tú ves al Atlético, que pide jugar en plena Semana Santa para sentirse más líder, y ves que ahí hay un equipo campeón, proyectado en el vestuario y ejecutado sobre el césped. Puede, insisto, que se parezca demasiado a esos equipos de José Mourinho que ganan sin agradar. ¡Y qué! Esto es fútbol, necesidad, ilusión, sueño y vitaminas para aquellos que dijeron que este equipo siempre sería el ‘pupas’.

Tú los ves, y sí, no juegan brillante y, a menudo, ni juega. Pero ves su organización, su disciplina, su uno para todos y todos para uno, la manera que Simeone no mira ni números ni nombres y sustituye a Koke cuando toca y quita a Villa cuando debe, y adivinas que ahí hay alguien pensando en cómo ganar sin importarle con quien. Y tú ves antes del corner, que el Cholo sale del banquillo (¡bueno, se pasó todo el partido fuera del banquillo!) para señalar ¡la 2, la 2! y, sí, lanzan el corner al segundo palo y gol de Miranda. Esa es la 2. Y tienen cien más de jugadas preparadas. ¿Por qué?, porque, en los entrenamientos, no se van a casa hasta que han repasado los deberes mil veces. Luego, cuando tengan diez títulos, igual se van corriendo del campo de entrenamiento porque tienen que hacer algún anuncio. Pero, de momento, se quedan a repasar.

Y tú ves a Diego Costa y miras a Leo Messi y lo entiendes todo, todo. Esa es la cara del campeón que viene y la cara del campeón que se va. Y el cuerpo. Y el hambre. Y las ganas. Y la solidaridad. Y el corazón. Y el coraje.