sOBRE EL TERRENo

Los Juegos respiran, el gran Bolt se ha recuperado

Bolt no tuvo problemas para imponerse en Londres en los 200 metros

Bolt no tuvo problemas para imponerse en Londres en los 200 metros / sport

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

A menudo, muy a menudo, demasiado a menudo, los medios de comunicación son acusados de dar bola siempre a los mismos. De llegar la designación del Balón de Oro y pensar solo en Leo Messi y Cristiano Ronaldo. En estrenar Wimbledon o Roland Garros pensando solo en Novak Djokovic, Roger Federer, Rafa Nadal y/o Andy Murray. De arrancar un Gran Premio de F1 y mirar siempre a Lewis Hamilton y Sebastian Vettel. O en las motos a los cuatro ‘magníficos’, últimamente reducidos a tres (Marc Márquez, Jorge Lorenzo y Valentino Rossi), pues Dani Pedrosa no anda muy fino. Y así con un montón de deportes.

Anoche, ya entrada la noche, decidí quedarme a ver el regreso a las pistas del impresionante atleta jamaicano Usain Bolt. Bolt, ya ven, otro de los deportistas que, con solo el nombre, su planta, su simpatía fácil, espontánea, natural, llama la atención (hay quien dice que el solo nombre de Bolt, su presencia, ya son 10.000 espectadores en el estadio), de ahí que el Olímpico de Londres se llenase por completo para averiguar, saber, saborear, si el hombre, el mito, el campeonísimo, el ‘chico de oro’, de oro macizo, se ha recuperado a tiempo para su gran reto, un nuevo triplete olímpico en la peligrosa Río de Janeiro. Y a todos los que nos critican por dar bola a los grandes, a los enormes, les diría que solo hay que ver correr a Bolt para darse cuenta de que, como los otros mitos de otros deportes, es otra cosa. La frase de que no parece practicar el mismo deporte que los demás, eso de que Messi e Iniesta son otra cosa, otro juego, otro deporte, le encaja como anillo al dedo a este portento de la naturaleza que mueve su inmenso cuerpo con la agilidad con la que Nadia Comaneci, ven, otro portento, bailaba sobre la barra fija. Bolt volvió a ser, perdón, siguió siendo anoche esa maravilla, ese portento de velocidad sostenida, que salvará los JJ.OO. Y con él, el bueno, el buenísimo, el extraordinario de Bruno Hortelano, que acabó cuarto (sí, sí, claro, ganó el jamaicano), destrozando el récord de España de los 200 metros lisos.