SOBRE EL TERRENO

Iniesta, del golazo del Mundial a la capitanía del Barça

Emilio Pérez de Rozas

Podría hablarles de Luis Suárez, del enorme, del grandísimo, fichaje que ha hecho el Barça. De un fichaje que si hubiese hecho cualquier otro club (y no miro a nadie), estarían bloqueadas las redes sociales. De chistes, sí; de bromas, también; de chanzas, cómo no. Pero esperen verlo jugar con esa camiseta azulgrana que mete miedo (en otoño, sí, en otoño) y después hablamos de si muerde o no.

Así que como estoy en la última página (cosa que es un honor), les supongo empachados de Suárez. Hablemos, pues, de... ¿Andrés Iniesta? Vale, porque ayer, justo ayer, 11 de julio, se cumplió un año, de su golazo en la final de Suráfrica. ¿Cómo ha cambiado todo, verdad? España, la selección, el tiki-taka, se ha trasladado, o eso dicen, a Alemania, que mañana igual recibe un manotazo a su orgullo procedente de Argentina. 

(Por cierto, déjenme que les cuente una anécdota de ayer antes de seguir con el ‘príncipe’ culé. ¿Saben cómo representa una televisión alemana esta final? Pues se lo contaré: aparece en la pantalla un inmenso bistec, de carne roja y preciosa y, debajo, un cartel que pone ‘made in Argentina’ y, a su derecha, dos inmensos, brillantes e impresionantes cubiertos, tenedor y cuchillo amenazador, y un cartel que reza ‘made in Germany’).

Bueno, pues eso, que la final de mañana tuvo un precedente precioso e ilusionante en aquel golazo de don Andrés y su magnífica y sentida celebración en recuerdo de su amigo Jarque. Ese mismo Iniesta, que regresó cabizbajo como todos sus compañeros y colegas, ha de ser, cuentan, piedra angular en el equipo de Luis Enrique y, sobre todo, desaparecidos, por diferentes circunstancias (no sé cuál de ellas más incomprensible), jugadores e iconos como Víctor Valdés, Puyol y Xavi, le toca a ‘sweet’ Iniesta dar un paso, o dos, o tres, al frente y convertirse, en efecto, en el gran capitán, en el líder, director y galvanizador de la imagen del Barça.

Puede que Iniesta lleve tiempo eludiendo esa responsabilidad. O, quien sabe, ya le iba bien que los más veteranos cumpliesen ese papel. Pero ha llegado su hora. Cuatro años después de ser España, le toca ser puro Barça. Lo que es él: puro Barça.