SOBRE EL TERRENO

Guardiola o la tercera vía para dejar el Barça

Emilio Pérez de Rozas

Qué pensaríamos si lo narrado por los juglares, de uno y otro lado, que han contado cómo se produjo el alumbramiento de la oferta para acabar entrenando al Bayern que Pep Guardiola empezó a gestar, en julio del 2011, durante la celebración de la Audi Cup, hubiese tenido como protagonista, por ejemplo, a Andoni Zubizarreta.

Qué pensaríamos si en lugar de ser Guardiola quien se acercó a la mesa de Uli Hoeness y Karl-Heinz Rummenigge en el restaurante VIP del Allianz Arena, hubiese sido Zubizarreta quien, aprovechando sus vivencias bilbaínas, le hubiese facilitado su móvil a Jupp Heynckes en un papelito "por si algún día te vacías y sientes deseos de entrenar al Barça".

Hubiésemos pensado, tal vez, que el director deportivo del Barça, además de un profesional que no deja nada al azar, estaba poniendo en marcha una operación por la que podía sospecharse que no se fiaba del entrenador que tenía. Es más, tendríamos derecho a pensar que Zubizarreta estaba pensando más en el futuro que en el presente, en garantizarse la tranquilidad que en trabajar, codo con codo, con su 'mister'. Aunque, eso sí, si el glorioso técnico alemán estuviese sentado ahora en el banquillo del Camp Nou, habría quien diría "qué vista tuvo Zubi, en el 2011, que ya empezó a cautivar a uno de los mejores entrenadores del mundo".

Pero la historia, por lo que nos ha explicado el semanario 'Der Spiegel' y varios diarios españoles, no fue así. El 'pizzini', con el móvil de Guardiola, se lo dio el propio Guardiola a Rummenigge. Vaya. Y, luego, según continúan relatando los conocedores del proceso, siguió en manos de Pere Guardiola, que se puso en contacto con el poderoso Giovanni Branchini, que habló con Rummenigge que, según 'Der Spiegel', "no cesó de llamar periódicamente a Guardiola".

Así que, lo siento, pero no únicamente hay dos maneras de dejar el Barça (que te despidan o que quieras irte), también existe la posibilidad de fabricarte tu propia oferta. A unos les sale, como a Pep; a otros, como Víctor Valdés, no.