SOBRE EL TERRENO

El fútbol del Barça, arrinconado en Europa

Emilio Pérez de Rozas

“No he visto, ni veré un jugador como Messi”. Pep Guardiola (22 de abril de 2014).

Ya nadie juega como el Barça. Ni el Barça. Como pudimos comprobar en el Bernabéu, lo más parecido al Barça celestial, es el nuevo Bayern de Pep Guardiola. Pero a ese portentoso campeón, también le falta Leo Messi. Es tremendo, es duro, es injusto (o no), pero a todo el mundo le falta alguien como Messi. Incluso a Leo, le falta el mejor Messi. “Malacostumbró al mundo”, ha dicho el seleccionador argentino.

La vida, el fútbol, el pasado, el presente y el futuro, que ojalá, siga marcándolo el estilo de La Masia, ha resultado ser tan injusto que hasta el señorial Franz Beckenbauer se sigue mofando de la posesión inservible del Bayern, que es como reírse de que el Barçá perdió la posesión en Vallecas.

Pero sí hay una cosa muy cierta, dolorosamente verdad, es que, en su primera visita al Bernabéu sin Leo Messi, Guardiola sufrió su primera derrota después de cinco victorias (todo empezó con un sonoro 2-6) y dos empates. Algo tendrá que ver ese muchachito con toda esta historia, incluido el despreciable dato de que los muniqueses controlaron, casi a placer (lo de la primera parte fue circense, casi de Liceo del fútbol), el balón.

Viendo las dos semifinales de la Champions de este año y sus portentosos cuatro protagonistas, no deja de ser curioso que solo el Bayern apueste por el fútbol ‘made in Barça’, vistoso, tiki-taka y posesión, y sea el único que ha perdido. Y sea, dicen (yo no lo creo), quien peor lo tiene para acceder a la final. Cierto, Lewandowski no llega al martes, Guardiola lo ha fichado para la temporada que viene. Por lo visto en el Bernabéu, falta le hace.

Es por eso que, con protagonistas tan comedidos con el fútbol como Chelsea, Atlético y Madrid (cierto, es un estilo de jugar que puede gustar a mucha gente; el arte del contragolpe es también vistoso, fulminante, fugaz pero mortal), aún es más importante, vital, profético que el Barça, basándose en su pasado glorioso, en su Champions juvenil y en ese filial, que no subirá porque no querrá, siga reconstruyéndose sobre el toque. Sería muy gratificante. Agradable. Y muy del Barça.