SOBRE EL TERRENO

No es fácil ser Messi, pero tampoco lo es ser Martino

Emilio Pérez de Rozas

Gerardo ‘Tata’ Martino dijo el otro día, con mucha razón, sí, que no ha de ser fácil ser Leo Messi. Al oírle, pensé dos cosas. Una, siempre he tenido la sensación de que Messi no se deja ayudar demasiado a ser Leo Messi.

No sé, me da que a Messi lo admiran pero no lo quieren. Y no solo pienso dentro del vestuario del Barça, no. Y la segunda cosa que se me ocurrió al escuchar esa reflexión tan acertada de Martino, es que tampoco ha de ser fácil ser Gerardo ‘Tata’ Martino. Y menos, mucho menos, en Barcelona, en Catalunya, en España, en Europa, lejos de su Rosario, de su amada Argentina.

Es posible que cuando al Tata le explicaron que llegaba a un lugar muy especial, no se lo creyese del todo. Hizo mal. O quien debió de explicárselo, no se lo contó bien. O él no pidió más explicaciones.

Igual pensó que ya iría aprendiéndolo todo poco a poco. Pero, de pronto, se sucedieron los tsunamis de todo tipo y, llegado el momento de entender qué época estaba viviendo en el país llamado Catalunya, en una institución considerada ‘més que un club’ y junto a una plantilla que empezaba a perder la autoestima, el fútbol y la química entre sus componentes, no tuvo tiempo de tomar ni las riendas de su destino ni las de sus jugadores. 

Hay quien cuenta que Martino tiene unas ganas locas de contar su verdad. Hay quien me asegura aunque yo, visto el maravilloso, cortés, exquisito y educadísimo ‘tarannà’ del Tata, no acabo de creérmelo, que Martino tiene unas ganas enormes de despedirse en una sonora conferencia de prensa, no como la de Pep del “puto amo”, pero casi. ¿No lo hará, verdad? No, no lo hará.

Pero le iría bien a la plantilla saber que ha decepcionado a su entrenador, que empezó sintiendo devoción por ellos y se irá pensando que debió de ser más duro (o, simplemente, firme) con sus jugadores. Y puede, sí, que al Tata le apetezca decirles a los periodistas que ha tenido enfrente y al entorno algo así como “quédense ustedes con sus discusiones, miedos, ‘ismos’, fobias y peleas, que yo me voy a un lugar más pacífico, donde solo se hable de fútbol. Es muy complicado trabajar en un ambiente así, casi imposible”. Pero no lo dirá. Y, menos, sin ganar.