SOBRE EL TERRENO

Cristiano, el acompañante de Messi en la gran gala

Con total seguridad, Messi recogerá en enero su quinto Balón de Oro

Con total seguridad, Messi recogerá en enero su quinto Balón de Oro / sport

Emilio Pérez de Rozas

Ya están. De nuevo juntos. De nuevo los dos colocaditos en la vitrina del fútbol. Y ¡ojito! que llega Neymar. Y ¡ojito! que, tal vez, ¿verdad?, igual Suárez se merecería completar el podio azulgrana. Y por qué no ¿más verdad?, Busquets con ellos, o entre ellos. Pero sí, parece mentira, ya ha pasado un año. Y fue entonces cuando Cristiano Ronaldo, esta vez sin demasiada chulería, simplemente hablando con el corazón o con esa cabeza que solo piensa en ser tan bueno, tan grande, tan premiado, tan admirado con Leo Messi, dijo aquello de que quería tener, pronto, muy pronto ¿cuándo? ¿este año? ¿se refería al 2105?, sí, se refería al 2015, tantos premios de oro como la ‘pulga’. Pero no, vuelve a estar con él, pero lejos de él, alejado de su manera de entender el fútbol que tiene el ídolo argentino de los culés, más global, más de equipo, no tan protestón si falla un gol o no le dan la asistencia cuando está desmarcado, más de títulos colectivos que individuales.

En efecto, CR7 vuelve a estar al lado de Messi o, igual, por detrás de Neymar, que también ha hecho un año brillantísimo y, desde luego, con muchísimos más títulos (y fútbol, y fútbol) colectivos que el portugués. Igual, como sabe, intuye, sospecha o le han dicho que no gana, igual no va a la gala. Pero sí, sí, irá, al menos para estrenar ese jet privado de 12 plazas y 19 millones de euros que se ha comprado para llegar siempre puntual y el primero a Marruecos para ver a su amigo boxeador, al estreno de su película o a la entrega del Balón de Oro a Messi. Es la vida de Cristiano Ronaldo, una vida de lujo, de superlujo, de coches, casas, novias, jets, goles y portadas, frente a la vida de Messi, que parece caminar con zapatos de gamuza, silencioso, haciendo feliz a millones de aficionados casi sin querer. O queriendo pero no demostrándolo. Un Messi, ya ven, que, contrariamente a lo que muchos creían, acepta en su corte a todos. Incluso a aquellos que un día no muy lejano puede heredar sus Balones de Oro. Y no será CR7, no.