LA OPINIÓN

Besar la mano que te insulta

Emilio Pérez de Rozas

Ha ganado. El Barça debería de hacerle el pasillo en el Camp Nou. Ha ganado. Es un monstruo. Vaya pájaro, vaya manipulador, ¿vaya técnico? Bueno, dejémoslo. Pero ha ganado. Llegó y esgrimió la misma estrategia que hizo en cuantos países visitó, entrenó y ganó la Liga. Criticó a todo el mundo, especialmente la ley del fútbol que se utilizaba en ese campeonato, dijo que le maltrataban, que le tenían manía, que beneficiaban a sus rivales y, sobre todo, destrozó al gremio arbitral.

Y los árbitros se asustaron, pensando que, en efecto, de la mano de quien fuese, ser superior o no, les podía pasar algo. Y, llegada la segunda temporada, aquella que él siempre define como la mejor suya, la ideal, aquella en la que recoge los frutos sembrados, empezaron a ayudarle descaradamente. Por eso son buenos sus segundos años. No porque ya tenga implantado un sistema de juego o acierte con la alineación (todos hemos coincidido de que la formación ideal del Real Madrid le ha salido por chiripa a su `míster¿, cuando estaba contra las cuerdas), sino porque los colegiados ya pitan atemorizados.

Ha terminado ganando y aquellos que siempre, siempre, siempre, han respetado a los árbitros, han sido peor tratados que aquellos que siempre, siempre, siempre les faltaron al respeto. Ha ganado, que se le va a hacer. Llegó y a todos nos sorprendió que fuese tan osado como para acorralar al gremio arbitral, al Comité de Competición, a la Liga, a la Federación y hasta a quien pone los horarios televisivos de los partidos. Creímos, ingenuos nosotros, que eso le pasaría factura. Pero, no. El pícaro ha ganado y se encamina a conquistar un nuevo título en un nuevo país. Sombrerazo para este mago portugués que, encima, se ríe de todos nosotros.

Lo que anoche ocurrió en el Bernabéu, donde el Real Madrid, digámoslo ya, de José Mourinho, amo y señor de la `Casa Blanca¿, por delegación y entrega de Florentino Pérez, demuestra que `Mou¿ sabía lo que hacía: los árbitros han terminado comiéndole en la mano. Cierto, el Barça se ha dejado un montonazo de puntos en la Liga, casi todos ellos jugando, o no, porque a veces no ha jugado, como visitante, pero lo que anoche hizo Undiano Mallenco, en la noche donde, efectivamente, se empezaba a decidir todo, o casi, fue besar la mano que les insultó, que les maltrató. Porque Sergio Ramos debió de ser expulsado (al igual que ocurriera con Lass frente al Barça) a un minuto del descanso por agredir, sin balón, por la cara, porque quiso, porque iba de blanco, a Del Horno. Y el Madrid tuvo que jugar con diez (0-1) desde ese instante. Y el penalti de Iborra no merece la segunda amarilla, pero se la enseñaron y el Levante jugó toda la segunda parte con diez. Así es la vida en el micromundo de `Mou¿. Un monstruo, la verdad.